Diario de León
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Panorama | antonio papell

Las dos encuestas sobre la situación política publicadas este pasado lunes en sendos periódicos de diferente orientación ideológica confirman unas intuiciones sobre la situación política que ya habían sido expresados por el núcleo de la opinión publicada d e este país. En primer lugar, es patente que la recesión está desgastando severamente la popularidad del Gobierno y de su presidente; en esta tendencia confluyen dos elementos que pueden apreciarse subjetivamente pero no describirse con objetividad: una parte del desgaste se debe a la inexorabilidad de la propia crisis, que haría acto de presencia con cualquier gobierno y frente a cualquier política; otra parte está relacionada con la calidad -”evidentemente opinable-” de las medidas adoptadas por el Ejecutivo frente a la recesión. Tal desgaste se traduce en una creciente ventaja del PP sobre el PSOE en términos de intención de voto: 5,5 puntos según «El Periódico» y 5,2 puntos según «ABC».

En segundo lugar, todos los elementos de las encuestas convergen en la misma constatación, muy negativa para el Partido Popular y muy incómoda para su presidente, Mariano Rajoy: este aparente despegue del PP sobre el PSOE se debe a la pérdida de respaldo que padece la actual mayoría política y no a una mejora de la imagen o a un incremento de la confianza que suscite en los electores el principal partido de la oposición.

La razón de que las cosas sean de este modo ha de buscarse claramente en otro aspecto que los sondeos sociológicos señalan con claridad: la debilidad del liderazgo de Rajoy en el PP. La encuesta de «El Periódico» registra al extraordinario desgaste de Rodríguez Zapatero con relación a la anterior encuesta de este tipo, del mes de mayo: obtiene ahora un 4,1, ocho décimas menos que entonces; Rajoy gana ahora a Zapatero, con un 4,4, pero su puntuación no sólo no ha mejorado sino que ha decrecido dos décimas. Y este indicador se completa con otro igualmente significativo: la actuación del Gobierno es mala o muy mala para el 51,4% de los encuestados, en tanto la del partido de Rajoy merece esta consideración para el 57,7%. El Gobierno y el Partido Socialista tienen ante sí un gravísimo problema, es evidente, y la principal incógnita estriba en saber si la erosión que la crisis ha producido en la actual mayoría política es reversible o no. Probablemente, lo es en parte, y en una medida que dependerá de cómo se gestione la recuperación, cuyo arranque parece inminente. Pero el Partido Popular no puede todavía echar las campanas al vuelo ya que, si en los momentos más dramáticos de la recesión apenas ha logrado las adhesiones que están a la vista, tiene razones para temer que el retorno a un cierto optimismo, vinculado a un renacido crecimiento económico, representará de nuevo, como mínimo, el regreso al empate técnico, del que nunca ha descollado Rajoy. Es obvio que la cuestión del liderazgo del PP corresponde preferentemente a la militancia de este partido, pero en cierto modo nos afecta a todos los ciudadanos. Y Rajoy, que dejó pasar su gran oportunidad de 2004 cuando encabezaba la candidatura de un partido que estaba gobernando con mayoría absoluta. Por decirlo más claro: de proseguir las actuales tendencias, de no lograr el Partido Socialista rehacers e del mal trago económico, este país podría verse abocado a entronizar a Rajoy en la presidencia por incomparecencia del contrario.

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