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León

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Crónica semanal manuel campo vidal

Pocos ciudadanos añorarán el año que termina. Más bien todos alimentamos la esperanza de que el 2010 cambie el curso de los acontecimientos. En la política lo mismo, pero más. El PP desearía que el caso Gürtel desapareciera con el año. En los nacionalistas va por barrios: los vascos del PNV han sufrido un agudo SPP (síndrome de pérdida de poder); los catalanes de CiU se duelen del SAG (síndrome de ansiedad por la Generalitat) con elecciones a la vista; los gallegos aún se preguntan si fue un espejismo lo de cogobernar Galicia y no saber aprovecharlo; los regionalistas aragoneses del PAR se esfuerzan por ocultar su fractura interna y los mallorquines de UM no salen de los juzgados. ¿Y el PSOE? Los socialistas piensan que ha sido el peor año de Zapatero.

En el 2008 se consumió medio año discutiendo si la crisis sería grave o no, pero en el 2009 se supo desde el principio que la crisis global era seria y la española peor. El modelo de desarrollo basado en la construcción y el inmobiliario acabó: ya nunca volverermos a construir más viviendas en un año en España que en el resto de la Unión Europea. Tenía que acabar esa locura algún día y lo hizo abruptamente con alto coste en las listas del paro. Pero los socialistas creen que ha sido el peor año de ZP y no sólo por la crisis. Admiten en privado que la descoordinación del Gobierno ha sido manifiesta y la debilidad del partido apreciable. Algo así debe pensar hasta el propio presidente porque, en la última ejecutiva federal, pidió mayor contundencia del partido en sus respuestas habituales al PP; los presentes dividieron su opinión entre los que pensaron que tenía razón y los que creen que, teniendo razón, sería bueno dar ejemplo desde el Gobierno.

De la descoordinación gubernamental y del PSOE hay ejemplos variados. Uno muy ilustrativo: las fusiones de cajas de ahorros. Un presidente de Comunidad Autónoma reclamaba todavía hace un mes alguna indicación sobre cómo afrontar el asunto y un socialista que preside una entidad de crédito pedía la semana pasada una hoja de ruta para orientarse. En la última ejecutiva el responsable de economía del PSOE, Octavio Granados, secretario de estado de Seguridad Social, dijo algo así como que «con esto de las fusiones de cajas, vamos a tener un problema». Clarividente declaración, pero no consta que hubiera aportación más esclarecedora.

El resultado ya se sabe, cada uno por su lado. Y es poco consuelo que pasen cosas parecidas en el PP donde perdieron un año en trifulcas internas por controlar Caja Madrid, con espías incluidos, mientras se agravaban sus indicadores económicos y se deterioraba la marca. Pero mientras todo eso sucede en la política, en el mundo de la empresa el año ha terminado con el desplome de Air Comet, la empresa de la que es copropietario Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal Ceoe. Vaya por delante que ante cualquier fracaso empresarial, y más en estos tiempos, hay que mantener una prudencia valorativa y una comprensión hacia los emprendedores. Pero ni éste es un caso cualquiera, ni el copropietario de la compañía tampoco. No lo es porque se han vendido durante meses billetes de avión que, además de su valor económico, significaban una inversión de ilusión emocional de miles de personas que pretendían visitar sus países y sus familias en Navidad y han terminado tirados en los aeropuertos. Y porque no es lo mismo presidir una empresa que presidir, además, a los empresarios y aferrarse al cargo como quien no quiere perder la inmunidad parlamentaria. Por suerte para Díaz Ferrán y para los pasajeros damnificados, en Fomento está ahora José Blanco y no su antecesora. El capo de la patronal podrá seguir despotricando contra el Gobierno pero es el ministro y su gente quien está socorriendo a los afectados y evitando males mayores. Si la credibilidad en política ha caído en picado, la Ceoe tiene en esa clasificación una rueda de molino atada a su cuello. Mejor, como se ve que el año concluya y empecemos un nuevo tiempo. Y, a ser posible, renovando líderes para que la credibilidad se recupere.

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