Que nos quiten lo bailao
Nubes y claros maría jesús muñiz
Llega el 2010 como llegaba el lobo a los pastores confiados, pero al revés. Tanto anunciar el annus horribilis, tanto despedir el 2009 con otro vendrá que bueno te hará, tanta banda sonora para el advenimiento de la madre de todas las batallas económicas, que ya no sabe la peña si anda atemorizada, aterrorizada o hasta las narices de tanta premonición. El caso es que parece que el pesimismo ha hecho mella entre la ciudadanía. ¿O no?
Antes el pesimista decía con cierta soberbia que no era más que un optimista bien informado. Hoy todo el mundo está tan, tan informado, que deberíamos andar a diario con la moral por los suelos. Si no fuera porque la sobredosis provoca sobre todo aturdimiento de entendederas.
El caso es que viendo en estos días los comercios, las jugueterías, las cestas de la compra, los papás noeles, la despensa de los Reyes Magos y demás acontecimientos de incitación al consumo sólo pueden sacarse dos conclusiones: o el personal ha cogido tanto miedo al 2010 que está haciendo acopio de todo tipo de avituallamiento para pasar los próximos meses con un cómodo colchón de enseres; o llegadas estas fechas al consumidor se le suben las lucillas a la cabeza y tira la casa por la ventana, como si estuviéramos aún en plena época de bonanza económica, o como si la crisis fuera ya agua pasada.
Ni una cosa ni otra, pero miedo, lo que se dice miedo, se percibe poco. Quizá se trata de un carpe diem antes de que lleguen las más duras. El castizo «que nos quiten lo bailao».
¿Cómo será el 2010? Habrá luces y sombras, sonrisas y lágrimas, felices y desgraciados, problemas y soluciones. Aunque los magos ya no cuelgan por las paredes de la ciudad, aún se puede pedir a los reyes que el león no venga tan fiero como lo pintan. Esperemos que el año que viene no falten tampoco estas nubes y estos claros. Esta cita, ya larga, de cada jueves.