Cosas de aquí | Curiosidades históricas
España cañí en la Michelín-1911
La guía recoge los tópicos de la época y en la única referencia a León cita al Hotel de París, ya con cuarto de baño, alumbrado eléctrico y calefacción
En los últimos días se ha escrito mucho sobre la más popular de las guías turísticas y gastranómicas con motivo del centenario de la primera edición en España de la Guía Michelín, que año tras año va adquiriendo más prestigio y resonancia respecto a las otras conocidas a nivel nacional. Hace unos meses un compañero de trabajo encontró en un vertedero -”ilegal, claro-” una guía del año 1911. Curiosamente, es una mezcla de manual técnico esencial del automovilista con rutas entre ciudades peninsulares a lo largo de sus 383 páginas.
Muchos dibujos sobre montaje de ruedas, cambio de válvulas, artísticos planos de ciudades, rutómetros muy variados y muchos detalles interesantes para el conductor, por ejemplo el que detalla la ruta León-Gijón con salida desde San Marcelo, plaza de Santo Domingo, carretera de Renueva y carretera de Asturias tras pasar el fielato a la salida de la población y luego , tras pasar La Robla, Peredilla, Huergas de Gordón, que cita como aldea sin importancia, se llega La Pola de Gordón con buen camino, en general ondulado y en parte sinuoso y bastante pintoresco. Está ilustrada con dibujos alegóricos a la España de la pandereta, pues aparece el Bibendum de torero, bailando flamenco, empinando la bota de vino con el respectivo cachirulo a la cabeza, haciendo el paseíllo, tocando la guitarra con cintas de tuno o dándole a la castañuela, siempre con su enorme puro encendido. Tratándose de los gabachos, no nos puede extrañar tal ilustración. En aquel tiempo publicaron seis guías, pues además de la francesa, editaron la de España y Portugal, Islas Británicas, Alemania y Los países del Sol, citados de la siguiente forma: Argelia, Tunicia, Egipto, Italia del Sur, Córcega y Riviera. También Los Alpes y el Rhin: Italia del norte, Suiza, Dolomitas, Tirol, Baviera y Wurtemberg-Sur, Orillas del Rhin, Holanda y Bélgica.
La publicidad que figura en este libro de color mostaza está destinada al automovilista: gasolina homogénea, indicadores de velocidad, contadores de kilómetros, etcétera, pero también productos necesarios en viajes tales como jabón para la barba o agua de quina para la higiene de la cabeza con el subtítulo de que era «la reina de las lociones». Anunciaban asimismo la publicación España Automóvil , que era la única revista en el mundo escrita en español y dedicada especialmente a la automoción, a la aeronáutica y demás aplicaciones del motor de explosión y órgano del Real Automóvil Club de España. Indicaban también hoteles por distintas categorías pero publicitariamente no anunciaban ninguno para evitar sospechas de parcialidad y así vemos que en León figuraba únicamente el Hotel de París en la ya citada calle San Marcelo, 8, y calle del Cid. Hotel de cuarta categoría que contaba con cuarto de baño, alumbrado eléctrico y calefacción central.
La edición de 1910 había tenido una tirada de 235.000 ejemplares y se enviaba gratuitamente tras pagar 0,35 pesetas en sellos de correo en Madrid o a 0,60 francos en Clermont-Ferrand (Puy-de-Dome) y aseguraban los responsables de la Sociedad Anónima del Neumático Michelín que eran sus propietarios, que las regaladas al año y puestas unas sobre otras, equivaldrían a una altura veinte veces mayor que la Torre Eiffel. Esta popular guía creada por André Michelín que cumple 110 años en Europa, fue durante muchas décadas el vademecum del automovilista, nacida para aconsejar a los chauffeurs en temas de conducción, aduanas, así como otras informaciones como ya queda dicho y en las ultimas décadas volcada con la gastronomía y con cierto desprestigio aunque en la actualidad, jueza poderosa con las estrellas y temida por los restoraneros que diría Cela, y de la cual Ferrán Adriá, al figurar en ella en inmejorable posición, afirma que es el premio más importante del mundo. Así que como en los toros, división de opiniones, los que tienen estrellas quieren seguir manteniéndolas por la publicidad que generan y los que no figuran en la guía dicen que están mucho más tranquilos sin depender de los anónimos inspectores y con los comedores llenos.