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Publicado por
antonio núñez
León

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Corre por ahí un bulo según el cual Zapatero podría no presentarse a las próximas elecciones -”largo me lo fiais, diría el Tenorio-” presionado por eso que llaman barones o el aparato de su propio partido. Se trataría de presidentes autonómicos socialistas, ministros, algún que otro alcalde, etcétera, temerosos de que la caótica situación del país les reste también votos a ellos en los comicios locales previos. El argumento no es malo, pero los supuestos protagonistas -”o antagonistas, según se mire-” son unos mindundis.

Lo de la teórica retirada de Zapatero recuerda a las películas del far-west de nuestra infancia, cuando el indio Jerónimo hacía que los caballos cabalgaran hacia atrás y hasta les ponía calcetines en las patas para borrar las huellas y despistar al Séptimo de Caballería del general Custer, que acabó como acabó. Tome nota Mariano. La trola de ahora sólo sirve para tapar un poco las zancadas de la crisis económica, que no se hable de ella y requerir, ya de paso, adhesiones inquebrantables al líder, como ya han avisado Pepiño Blanco y Leire Pajín. Según ellos no se plantea una alternativa a Zapatero ni se la espera.

Táctica de tierra quemada, según los estrategas estudiosos de Napoleón, Hitler y Stalin. Traducido a Alfonso Guerra significa que «el que se mueva no sale en la foto». Es curioso cómo se repite la historia. Una vez que estaba Franco de cacería -”personalmente sólo se enfrentaba a los conejos-” fue un ayudante de campo y le dijo: «Excelencia, me parece haber visto a dos rojos en lontananza». «Espere a que salgan otros dos y que enseñen las orejas», dicen que le contestó al edecán el generalísimo de culo gordo y voz atiplada, como lo definió el coronel Queipo de Llano, que era manco pero no de lengua. ¿Retirarse Zapatero antes de que le echen? Va un euro contra todo el que quiera apostarlo en la barra del bar o por Internet.

El chistoso caso del cómico guiri mister Bean colándose circunflejo de cejas en la página web de la Moncloa retrata bastante bien al presidente español y su vacuidad de ideas y palabras (tanta es que Bean ni siquiera se peina la calva para adelante, demostrando tener dos dedos de frente). Pero esto no es nuevo. Quienes por razones de quinta conocemos a Zapatero desde pequeños lo que nos recuerda este paripé de la retirada es al comediante argentino Joe Rigoli, aquel que parodiaba en los setenta todos los concursos televisivos con mucha pasta gansa a ganar en plan «todo o nada». Después de las dos primeras preguntas facilonas e idiotas, a sabiendas de que en su ignorancia no podía afrontar la tercera, Joe Rigoli contestaba con un invariable desparpajo: «yo sigo». Era más conocido como Felipito Tacatún y en su día tuvo mucho éxito.

Recuperando la memoria histórica a cuenta de si seguirá o no Zapatero, que lleva de chavalín desde los veinte años viviendo de la política, me acordé de Felipito Tacatún, ahora con setenta y tres tacos y que valvive pobre en un geiátrico de caridad en Buenos Aires llamado Casa del Teatro. Durante las dos décadas que trabajó en España llegó a ganar hasta cien mil dólares mensuales, pero no ahorró nada y ahora está en el corralito. Es la viva imagen de España desde que emigró Aznar.

Al grano. Eso de que Rodríguez Zapatero renuncia no cuadra ni con Tacatún. Él tiene sólo dos ideas en la cabeza sobre la crisis, pero muy claras: primera, negarlo todo hasta el patíbulo; y, segunda, no suicidarse por si acaso las cosas le salen bien una vez.

Lo demás son bobadas. Rajoy haría mal en fiarse de dimes y diretes porque no tiene el olfato y ni siquiera la casta de un perro de aguas, aquellos que usaban los piratas para comunicarse de un barco a otro y valían su peso en oro. Y, como can de presa, Mariano puta calderilla. Vaya desde aquí una idea gratis para él. El fin de José Luis Rodríguez Zapatero llegará cuando las ratas empiecen a abandonar el barco.

Por ejemplo, colocándose de funcionarios a pelo en la Administracíon.

Eso mi gata lo tiene claro.

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