Cerrar

Cornada de lobo | pedro trapiello

Excelentísimo, oh

Publicado por
pedro trapiello
León

Creado:

Actualizado:

Esta tierra, por ser muy hija de curas de solemnidad, es muy adicta al capisayo y a los ceremonios. Gustan un montón el traje y el ropón. Los cofrades con capa de abad vuelan por encima de los cristos. Las concejalas medievales se llaman casi todas Doñaelviranomemires. Las togas impresionan. Los uniformes rompen bragas. Cualquiera puede ser ya conde si va revestido a cenas medievales, a justas o a un calendario. El rango cuenta mucho; si no se tiene, el dinero lo compra; y si no hay cuna, el hidalgo inventa un escudo. Lo importante es la importancia que te des (que te la den es otra cosa). Y el peón, que vaya de papón. Al poner tu oficio o cargo en la tarjeta de visita, pica alto (fontanero es poco, pon périto en conducciones hidráulicas y si añades «vicetesoreso segundo» de alguna peña, acojonas al barrio). Mantener la imagen cuesta un pico, pero al menos se puede engañar a unos cuantos. Los cargos están para exagerarlos y exhibirlos porque pocos tienen su altura. Los homenajes mutuos son obligatorios, aunque nadie se los crea. Las ropas de gala hipnotizan desde los escaparates. Si quiés conocer al tu vecín, dai un carguín . La norma es «cabeza alta y pendón tieso». Condúcete con altanería entre subordinados, pero sacúdete antes las rodillas cuando salgas del despacho del jefe. La clave está en que dejes claro que eres más de lo que tienes y que tienes más de lo que eres. Es la norma de esta tierra como ocurre en todo el mundo desde que el mar tiene orillas.

Pero ponte un límite en tus ostentaciones o provocarás enfado, pena o carcajada. Si eres alcalde de pueblo o ciudad y haces poner en documentos o propagandas «excelentísimo alcalde», alguno explotará de risa o pedorreta. Excelentísimo se ha puesto el alcalde de Villaquilambre (Villacalambres lo llamo y allí saben bien por qué) y se ha quedado tan pichi el tío, aupado desde su estatura moral sin complejos al tratamiento reservado a viejos gobernadores, obispos y presidentes de audiciencias... ¡excelentísimo!... jodó, qué grandeza, qué caudillismo, qué importancia. Parece que a este burgomaestre de alfoz y alforja de atropar le tira el subirse a guindos cada vez más altos. Y desde allí, como los tordos, se ha puesto a cagarnos excelencias.

Cargando contenidos...