Diario de León

Gente de aquí | Solidaridad de cinco tenedores

Jabalquinto torna palacio el Hogar del Transeúnte

La Asociación Leonesa de Caridad dio de comer a un centenar de necesitados con la colaboración de Hosteleón

Integrantes de Hosteleón colaboraron con la Asociación Leonesa de la Caridad en la comida de ayer.

Integrantes de Hosteleón colaboraron con la Asociación Leonesa de la Caridad en la comida de ayer.

León

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Los dedos de Arty caracoleando entre los sostenidos y los bemoles a ritmo de Suspiros de España en la Calle Ancha. Una turista venida a ciclista (o viceversa) enroscada sobre un banco junto a la Catedral, tratando de que su bicicleta y la seo confluyan en tiempo y espacio para una foto, aún a riesgo de un esguince de espinazo. Las mañanas de domingo saben especiales. Por lo que sea. La vida es un poco más bella en el comedor de la Asociación Leonesa de la Caridad, Hogar del Transeúnte.

De primero, Pasta con Frutti di Mare. De segundo, Redondo de Ternera asado en su jugo con Puré de Patata. Y para el postre, Arroz con Leche casero y café más refrescos incluidos. «Les dijimos a las monjas que si querían, podían cobrarles el café y quedarse con la recaudación para la caridad, pero nos dijeron que si a ellas no les costaba nada, nada querían sacar de eso». Emilio Álvarez, gerente del Palacio de Jabalquinto, propone que su tradicional comida del primer domingo de enero, que este año se ha retrasado al último por cuestiones aleatorias, se convierta en una iniciativa que secunden también otros restaurantes de la capital.

El amor es la única cosa que crece cuando se reparte

Alrededor de cien personas disfrutaron ayer de las buenas artes culinarias que caracterizan a Palacio de Jabalquinto y Hosteleón. «La comida es lo de menos. El detalle es que siete de nuestros trabajadores se brindan en su día libre o apurando su jornada de trabajo para venir a ayudar a los que lo necesitan. Y es toda una experiencia, porque aquí hay gente de toda condición y no faltan quienes hasta hace unos días tenían un sistema de vida normal y por circunstancias, hoy se ven necesitados de esto. Cuando vas a ofrecerles ayuda te sientes un poco violento a veces, parece que les estás recordando lo que les ha pasado».

Cuando las personas dan una mano, la vida adquiere sentido.

En media hora, el almuerzo ha concluido y el local se va vaciando. Solamente quedan un par de lemas colgados en los cuadros de las paredes y la satisfacción del deber moral cumplido. Buen provecho.

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