Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Bragas solidarias

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pedro trapiello
León

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No cesan los cretinismos y obscenidades que llevan la etiqueta Haití colgada de la oreja. Haití es un campanario y a él se vienen subiendo todos los que quieren repicar y, a la vez, estar en la procesión de duelos y caridades. No hay mejor tarima para dejarse ver que subirse a un pilón de muertos; y aquí son ya una montaña entera, doscientos cincuenta mil, aunque a estas alturas de la tragedia, la cosa pierde muchos minutos en la tele y eso quiere decir que baja el relumbre, el festival benéfico, la caja de resonancia... y la otra caja. Llegan, pues, repescas y segundas mesas. Que vengan las caridades de tercera división (mediáticamente hablando). A esta cola se apuntaron en Fuenlabrada y Navalagameya diecisiete mujeres-policía (¿por qué se las llama así y no sólo policías?; ¿y por qué no llamamos policíos a los tíos y nos dejamos de líos de género?, se preguntaría el sembrado Venancio Iglesias).

Total, que decidieron las señoras policías del cuerpo municipal (y del cuerpo serrano) hacer un calendario solidario (pareando) y se han puesto casi en cueros las tías para que el mes de noviembre venga con teta encima y agosto les traiga carne al aire y mostrador a todos los que compren un ejemplar de esta originalísima iniciativa caritativa al módico precio de cinco euracos de nada. Qué güevazos le han echado. Sí señor. O sea, sí señora. Todo lo que se haga por esas criaturas es poco. ¿Nos despelotamos, sargenta Benítez, y hacemos un calendario semidesnuditas y molonas por lo de Haití? Ay, Charo qué cosas tienes. Va, mujer, jefa, hágalo por esos negritos de chocolatina, qué pobres. Naturalmente, en el calendario saldremos sólo nosotras y la foto de los negritos la ponemos en la hucha. Llamamos después a teles, radios y papeles y nos colgamos en internet o en las cabinas de camioneros (la que no se anuncia no moja, dijo una).

Hasta el tendero de barrio y el fabricante de bobinas o sillas suben al guindo de Haití porque les parece el mejor peldaño para alcanzar los diez minutos de fama que prometió a todo mortal Andy Warhol. Hay que hacerse ver pregonando esparabanes, limosnas y lástimas. Que no cese la epidemia. La tontería piadosa tiene alas... pero ninguna vergüenza... y en bragas, menos.

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