La supercumbre
A la última | fernando jáuregui
El hecho de que un disidente cubano muera en huelga de hambre en protesta por la falta de libertades, preso en Cuba, es una pésima noticia para todos los españoles. Para los nacidos en España, hijos, nietos o biznietos de cubanos, parientes de gentes que viven en la isla, descendientes de gentes que murieron peleando en la guerra de la independencia o vaya usted a saber en qué guerra allá, la restauración de la democracia en Cuba es algo más que la mera aspiración de unos demócratas: algo de nuestro aire está en Cuba. Que muera un hombre llamado Orlando Zapata, pudriéndose en una cárcel castrista, es mucho más que una mala noticia. Fuera retóricas: España siente en su carne cada revés en América Latina. Uno de cada tres cubanos es descendiente directo de español, lleva apellidos españoles, tiene una raíz en una provincia española. La lengua dominante en Latinoamérica es el español. Hemos estudiado la misma Historia, aunque quizá bajo prismas y enfoques muy diferentes (ya va siendo hora, por cierto, de unificarlos).
Ahora que España ejerce la presidencia de la Unión Europea, este semestre, el encuentro más importante en las próximas semanas es el que tendrá lugar entre la UE e Iberoamérica, a mediados de mayo en Madrid. ¿Quién vendrá, quién faltará? La diplomacia española ha cuidado con especial mimo cada presencia, pero las cosas no son fáciles: hay tensiones bilaterales entre unas naciones latinoamericanas y otras, hay enemistades no fácilmente salvables -”la presencia en la -˜cumbre-™ de Madrid del hondureño Lobo provoca reticencias que podrían convertirse en deserciones-” y existen escepticismos incluso acerca de la trayectoria de la política exterior española, ocasionalmente demasiado centrada en lo comercial.
Cierto: existen demasiados temas abiertos ahora mismo en el planteamiento de esta -˜cumbre-™ entre Europa y América Latina. Pero también se dan demasiados intereses como dar un portazo a este encuentro. A Europa le interesa cada día más el mercado y el potencial latinoamericano, a España cada día le ocupa en mayor medida consolidarse como puente entre ambos continentes y qué duda cabe de que a América le conviene una penetración suficiente y bastante en Europa.