Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Tan pichis

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pedro trapiello
León

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Woody Allen escribió una vez que las dos palabras más bonitas del mundo ya no son «te quiero», sino «es benigno». Ahora las más terribles son esa cómica sentencia de la tele, estás nominado , o la recetada por un guardia, da positivo. A temblar y cagarse. Te pillaron en el control volviendo de un comidorro en Castrillo y, aunque moderaste el bebercio, soplaste y diste un cero cinco. Con tres cervezas chiflas esa cifra, me dicen; y aunque te falte un jarro de albariño y cinco copones de ron para cantar un aria de Verdi o a la luz del cigarro con lengua de trapo, ya eres un borracho. Así se dirá y así se escribirá: borracho.

Antes, un cero cinco no llegaba a lo de «el señorito viene alegre». Es lo que le pitó el aliento de ese diputado popular (tan espesito el chico, por otra parte) pillado in fraganti al volante. El pedete que pudiera llevar su ilustrísima se le esfumó en acto; y el acta de diputado, a las veinticuatro horas. Por tres cervezas, tres. Y por insensato, pues siendo además miembro de la comisión parlamentaria de seguridad vial, sólo un marrón oscuro podría ser su color de luto. Desde los bancos de enfrente y desde la bancada editorialista se pidió y fundamentó su dimisión. Qué menos. El asunto era grave, decían, muy grave, un escándalo. Y la dimisión se consumó. Conclusión: en este país es muchísimo más grave e infinitamente más peligroso que te pillen conduciendo con una copa de más, que robando ochenta millones de euracos lidiados con muleta baja, dos de pecho con cohecho, tres prevaricaciones por mis cojones y una media verónica de adorno. A políticos presuntos, confesos, atufados o imputados del mismo partido de este diputado no se les pidió su dimisión, ni se les pide, con este mismo escándalo público y con este rasgarse las camisas de marca o las vestiduras de género... y ahí siguen en castellones encastillados o con despacho en la jefatura del partido, tan pichis.

Acabaremos siendo como esos yanquis que nos recetan políticas, gustos de teleserie, mercados de colorines o nuestros papelones en el des concierto internacional... y así, a todo un presidente le podremos perdonar que robe al bies con carretillas o que nos meta en una guerra, pero no que se la chupe na becaria o se beba tres birras.

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