Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Militarizadas ellas

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pedro trapiello
León

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Nos trajo Marco Romero el otro día a este diario dos páginas con unas dos mil palomas mensajeras (¿mensajeras?... no te-ensagero lo más mínimo, decía el chiste). Resulta que, a estas alturas, estas palomas recaderas leonesas (y todas las de España) seguían sujetas a control militar (desde una ley de 1876, creo). Hace diez días el Gobierno derogó esa prerrogativa militar que controlaba toda actividad civil de cría y recreo con esta raza de palomas. Las unidades de transmisiones del Cuerpo de Ingenieros del Ejército eran las encargadas de estos controles. ¿Quién dijo que la paloma era el símbolo de la paz y la libertad? Aquí, hasta anteayer, la hemos tenido militarizada, como acuartelada por si las moscas... ya ves qué destino... y qué generales, qué luces.

Me tocó conocer este asunto. En junio de 1976 formé parte de la autoridad militar (ojo, que yo era un puto soldao gracias a Laína y a Escobar, también algo putos) encargada de supervisar la suelta de mil doscientas palomas mensajeras en Sant Antoni Galonge, Costa Brava. Habían llegado a Barcelona en avión desde Londres y al campo de suelta en capitoné. De lujo, tío: jaulas espectaculares, comedero, bebedero, mulliditas de paja, amplitud de espacio... princesitas. Cuando llegamos al sitio el alférez, un chorta de Pucela y el otro chorta que era yo, ya estaban las jaulas dispuestas y apiladas en una larga hilera. Un tipo jiboso, inglés y sin palomera idea de español, revisaba la carga y lo disponía todo. Era el resposable de la sociedad colombofílica londinense que montaba aquel lío. A las nueve menos cuarto se procedió a la suelta, tarea en la que tuvimos que ayudar abriendo trampillas a toda leche. Que te vuelen a la cara decenas de palomas a la vez es una sensación única. Sólo tres murieron en el traslado. ¿Y cuántas de aquellas mil que se orientaban en el cielo haciendo tirabuzón llegarían a Londres?, le preguntamos al tipo. Si llegan cien, hacemos fiesta. Coñó, ¿y el resto? Perdidas o estofadas en la mesa de un francés.

Habíamos ideado pillar algunas y quisarlas en el chalet que tenía en Bagur aquel alférez. Y una mierda. El tipo se llevó hasta las muertas. ¿Y quién corre con tanto gasto y fasto?... Apuestas, chaval, apuestas, ese es el negocio.

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