Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Arrebuscando

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pedro trapiello
León

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Lo mayor de la cultura popular es incultura . Y, además, la desprecian los estudiosos de la cosa. El pueblo era el que antes mandaba en su propia expresión, en su cultura y tradiciones, hasta que aparecieron los etnógrafos para decirle por dónde tenía que ir y qué es lo que no debía hacer (« de lejos vendrán que de casa te echarán »). En los cancioneros populares hay rasgos de vieja lírica sedimentada, ángulos de ingenua belleza o solemnidad, pero también, y en mayor número, cosas ridículas, coplas bestias, chuscas ceremonias, atropellos del gusto, alguna barbaridad y mucho rebozo vulgar por doquier. Los recolectores de canciones populares se la cogen muchas veces con papel de fumar cuando se encuentran con esta cultura popular basta o grosera que tanto abundó y aún resuena multiplicada por mil en la calle o en los muros de internet donde todo el mundo puede colgar su versión de los hechos, su copla, su puya, sus verdades del barquero o su calumnia.

La cultura popular bruta (y no menos ingeniosa) está sin estudiar. Raya el pudor hipócrita y se desdeña de los cuadernos de campo. El etnógrafo, como el arqueólogo voraz, se dedica por lo general a la «pieza». Por ejemplo, no me imagino a Conchita Casado (le pedí heredar a Caro Baroja la licencia de este diminutivo con que él la trataba a doña Concha), inventariando entre sus acopios populares coplas como las que, seguramente, se habrá topado en alguna ocasión: « Arrebuscando patatas te he visto el culo; y si no te lo he visto, me lo figuro »... Se canta en Castilla y en Badajoz se adapta: « Arrebuscando melones te vi las patas y tenían los pelos como alcayatas »... y así, en letanía interminable, cada pueblo embutiendo lo suyo, cada cual más bruto o pretendidamente ingenioso.

Los cancioneros populares oficiales pecan de líricos (muchas canciones las escribieron párrocos con delirios literarios), pero la verdadera canción popular es de trastienda, de corro o de velada. Una noche, en la cocina de La Raya, en Villaquilambre, una anciana que era un encilopdia de coplas y tradiciones, nos cantó con pandereta algo así: « Te voy a tirar una breva que te pegue en el ombligo; si te pega más abajo, la breva te da en higo ». Ahí nos dio.

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