Diario de una aventura
Un «monstruo» sublime
Superamos un nuevo Desafío no apto para cardíacos: buceamos extasiados alrededor de la estalactita sumergida más larga del mundo
Hola amigos os escribo la ultima crónica desde la península del Yucatán. Amaneció el 26 de marzo, viernes, el día del Desafío. He pasado una noche incomoda con sueños nada agradables. A las seis de la mañana sentía ansiedad; nunca antes he penetrado buceando en una cueva tantos metros-¦ Desayunamos y partimos para Chack Mool.
Los preparativos son más lentos de lo habitual, todo se revisa a conciencia: chalecos, reguladores, botellas, equipos de luz, no puede existir un solo fallo; dependeremos sólo del ai re comprimido que tienen nuestras botellas, y por nada del mundo puede haber una perdida del preciado gas.
Al comenzar la inmersión, es extraño para mí no tener a Emilio Valdés mi amigo y cámara que me acompaña a todas partes, pero él tiene que filmar la entrada y salida del Cenote, y noto su ausencia. Primer error nada más sumergirme: me acelero de una manera alocada en vez de mantener mi posición que es la del número tres, pues Vicent va el primero, María la segunda, yo el tercero, Jaume el cuarto y Óscar por libre filmándonos.
María me manda pararme, coger aire, relajarme y que bucee más despacio o consumiré demasiado aire, y no podré llegar a nuestro objetivo: la estalactita sumergida más larga del mundo. No os podéis ni imaginar qué difícil es este buceo, aunque alucino con Oscar y María que puedan filmar a la vez que hacen sus tareas. Cada aleteo nos introduce aún más en las galerías y campanas inundadas de una increíble belleza, pasos angostos, laberintos de galerías laterales, derrumbes, colapsos internos, haloclinas, corrientes de aguas claras, azules, verdosas, casi negras, un mundo que no se parece a nada compatible con la vida.
Me pregunto dónde estará la dichosa estalactita bautizada con el nombre del «Monstruo», y de repente Vicent hace movimientos rápidos con su foco de luz: ¡Hemos llegado a la estalactita sumergida más larga del mundo¡ ¡13 metros de larga!, por algo la llaman «el monstruo». Qué diferente la sensación de contemplar esto en estado de ingravidez, flotando. Qué diferencia de hacer espeleo sin agua, a hacerlo de este modo: floto, subo, bajo, me giro, me vuelvo a girar, no quiero perderme ni un detalle. Ha sido sublime verla metida entre un haloclina, que la hacía aún más irreal. Qué sensación amigos y qué fortuna poder ver esto-¦
El camino de vuelta fue más cansado, pero con el aliciente de haber conseguido el desafío, y que ahora cada aleteo es regreso, relajación, es menos metros para estar a salvo, es una felicidad. Llegamos a una pequeña sala de preciosas formaciones pero las burbujas desprenden trozos de calcita del techo y es como si nevara de la cantidad de escamas que caen, hasta el punto que no te dejan ver nada. Retrocedemos en busca de la línea principal. Por fin aparece muy al fondo un pequeño punto de luz: es la entrada de la caverna, y la que será nuestra salida. Después de estar más de dos horas en esas grutas oscuras, al ver la luz del sol entrar por el cenote, me ha parecido lo más hermoso del planeta.
Desde el fondo de la apertura del cenote, como las aguas son cristalinas, se pueden ver los árboles, el cielo, el sol, mi amigo Emilio-¦ Emergemos los cinco a la superficie, y gritamos de alegría con Emilio. Hemos conseguido un Desafío no apto para cardíacos.
Nos vemos pronto, ami gos.