Diario de León

Pesca | Abierta la temporada

Las truchas se quedaron en el río

Cauces desbordados y aguas turbias dieron al traste con la primera jornada de pesca en la que hubo menos afluencia que en las anteriores

Los más intrépidos buscaron los puntos más estratégicos pero ni por esas.

Los más intrépidos buscaron los puntos más estratégicos pero ni por esas.

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P. vizcay | león
León

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No han tenido fortuna los aficionados, muchos aunque menos que en temporadas anteriores, que se acercaron al río desafiando las pésimas condiciones en que discurrían las aguas. Tan solo los madrugadores de cebo natural, especialmente lombriz, algunos cucharilleros y los muy expertos en la pesca con «ninfa» pudieron conseguir alguna captura. Y ello a pesar de que el día amaneció bastante despejado y que no ha llovido a o largo de la jornada. Los ríos de la provincia discurren, sin excepciones, con caudales muy altos y con aguas frías y verdosas cuando no turbias. Mucho tiene que estabilizarse la climatología para que pueda pescarse con normalidad, ya que las cumbres de las montañas aparecen cubiertas de nieve y en abril, el de las aguas mil, van a producirse fuertes deshielos.

Los ríos que nacen en la cordillera Cantábrica, junto a los regulados por pantanos, han sido los que peores resultados han tenido. Las orillas del Esla aparecían totalmente vacías. Muy pocos pescadores en el Porma y alguno más en el Órbigo, pero muy lejos de las aglomeraciones del pasado año. Un poco mejor se ha pescado en el Duerna y el Eria, con las aguas verdosas pero pescables.

Por lo que se refiere a los ríos bercianos tampoco ha habido fortuna, muy altos de caudal debido a las intensas lluvias que han afectado a la comarca en las últimas semanas. Mal en el Sil y mal también en Cúa y Burbia. Un poco mejor en el Valcarce gracias a las arco iris. Los aficionados que han tenido la intuición de pescar en los pantanos han conseguido alguna captura de buen tamaño. El cebo natural es, sin duda, el ate más eficaz cuando los ríos discurren altos y ligeramente turbios. Las crecidas arrastran muchas lombrices, de forma que las truchas están «cebadas» al anélido. Además el pescador de cebo puede meter el señuelo entre las raíces y en las pozas profundas, donde se guardan las truchas. Bastante peor lo tienen los pescadores de cucharilla. No obstante, con este señuelo siempre que se domine la técnica, puede obtenerse alguna captura en base a fondear la cucharilla y llevarla en lances cortos en la misma orilla, haciéndola trabajar lo mas lentamente posible. La trucha entra con poca voracidad y se sueltan con frecuencia, pero a base de paciencia y de perder más de un señuelo, puede lograrse alguna captura. Pescando de esta forma, y con bastante paciencia, el autor de esta crónica para las doce de la mañana ya había conseguido el cupo, dos iris de muy buen tamaño, y dos comunes de talla mediana, en el acotado de Pereje.

De cara al futuro la situación se presenta complicada a corto plazo. A partir de mayo, y cuando los ríos se vayan normalizando, se pescará bastante mejor.

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