Diario de León

Gente de aquí | El duro trabajo tras el duro invierno

La letra pequeña de los tiempos modernos

Los cultivadores, obligados a recoger a mano cientos de miles de kilos de maíz diseminados por las lluvias

Esta estampa de labor se repite desde hace semanas por los campos leoneses; parte del maíz se recoge

Esta estampa de labor se repite desde hace semanas por los campos leoneses; parte del maíz se recoge

Publicado por
L. urdiales | redacción
León

Creado:

Actualizado:

Cuando el hombre concibió la máquina como vía de escape contra el mandato divino -"aquel del te ganarás el pan con el sudor de tu frente-" debió de dejar cabos sueltos; letra pequeña del contrato que declaró instaurada la modernidad. Algo que se escapa al invento que sucedió a la rueda, los engranajes y rodamientos, el diseño perfecto para separar el grano de la paja, de simplificar con un portento de chapa de cien mil euros del vellón todo el proceso que antes de la tele en color empleaba a un pueblo entero. Quien inventó la máquina, o sea, el hombre, no tuvo en cuenta la intervención del viento y la lluvia en el ciclo del grano maduro. Tanta línea de I+D+i en las grandes marcas multinacionales que copan la oferta de maquinaria agrícola no ha bastado para dar con un aparato que lama del suelo las panochas que no pudieron esperar por la cosecha. El invierno se hizo tan largo y agresivo que el resultado se ve en el rastrojo. Y junto a él, el único remedio que se conoce para saldar la agresión de un temporal de cinco meses; que ya es decir: agacharse, y volverse a agachar. Así, hasta recoger mil kilos de maíz (por hectárea), que no están los tiempos para enterrar bajo las vertederas que preparan la tierra para el próximo ciclo de producción el diez por ciento de la anterior cosecha. Ni el diez ni el uno. Por eso es común ver en las vegas y regadíos de León a gente afanada en no dejar que se pudra un euro entre el humus, como ceniza se hace la mies pasada. El artilugio son las manos, movidas por la paciencia y el tesón que evitan pérdidas mayores en un año que no se recordaba entre el sector agrícola leonés: malo, como una profecía de las siete plagas de langostas voraces; ruin, como la espiga del tef en una laguna; revuelto, como las feroces borrascas que han paralizado la provincia desde noviembre. Para aminorar la catástrofe queda la mano del hombre, que vuelve sobre el maíz como hace 8.000 años. La póliza de la modernidad no cubre gastos.

tracking