Diario de León

Del marxismo al laicismo militante

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Cada día su afán José-Román Flecha Andrés

A últimos del año 2009 se ha publicado en Sofia el libro en italiano y en ruso Europa, patria spirituale, que recoge algunos textos de Benedicto XVI dedicados a Europa. La obra incluye una interesante introducción de Hilarión Alfeyev, arzobispo ortodoxo de Volokolamsk y presidente del Departamento para las relaciones eclesiásticas exteriores del Patriarcado de Moscú. El texto ha sido reproducido casi íntegramente por L-™Osservatore Romano.

El autor ha vivido la represión y la persecución religiosa en la antigua Unión Soviética. Durante largos años el régimen comunista trató por todos los medios de reducir y prohibir cualquier tipo de presencia pública de las creencias religiosas. Los creyentes fueron mantenidos en un ghetto y los edificios religiosos fueron derribados o destinados a usos profanos. «A la Iglesia no se le permitía mantener ningún contacto con la vida de la sociedad, la cual a su vez estaba -˜protegida-™ por un escudo contra cualquier posible influjo de la religión».

El autor considera que aquella situación se está reproduciendo de forma sistemática en Europa. Tanto el ateismo militante como el laicismo militante tienden a excluir la religión de la esfera pública. «En muchos casos eso implica que los creyentes ya no pueden expresar abiertamente sus convicciones, porque expresar públicamente la propia convicción religiosa podría considerarse una violación de los derechos de quienes no la comparten».

Observa el autor que en Occidente la prensa laica sólo se refiere a la Iglesia para reflejar los escándalos que puede encontrar en ella. «No se puede absolver a las Iglesias de su responsabilidad por estos tristes episodios, pero la vida de las Iglesias no sólo está hecha de escándalos». Se pregunta él si ese comportamiento no formará parte de una política más vasta que tiende a la marginación progresiva del cristianismo hasta su completa expulsión de la sociedad.

El autor recuerda que muchos europeos se plantean hoy la pregunta: ¿Cómo podemos salvaguardar el testimonio cristiano para el bien del mundo? Es más que comprensible la suspicacia con la que la ortodoxia mira los ordenamientos legales promovidos o permitidos por el liberalismo occidental. Ante la expansión de la Unión Europea hacia el este, anota el arzobispo Hilarión Alfeyev que «los países de tradición ortodoxa no aceptan leyes que legalicen la eutanasia, los matrimonios homosexuales, el tráfico de droga, el mantenimiento de burdeles, la pornografía, etc».

Estas voces procedentes de la Europa oriental y de los otros continentes no pueden ser ignoradas. Son muchos los que se preguntan cuáles son los planes del laicismo militante. La extrañeza de los que nos observan nos lleva a interrogarnos sobre el papel que Europa quiere desempeñar en el mundo. Y sobre el modelo del falso humanismo que la Unión Europea pretende imponer a toda la sociedad.

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