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Cornada de lobo | pedro trapiello

Queso ingobernable

Publicado por
pedro trapiello
León

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Se ahuevó muchísimo el cardenal Richelieu tras tomar las riendas de Francia al comprobar lo difícil que era gobernar un país que tenía ¡trescientas clases de quesos! Aquí hubiéramos querido ver al menda. En estas Españas. Y en la Junta. La que ajunta. Ni vestido de cardenal impondría calma o respeto en este barullo de localismos y agravios donde cada cual tiene su queso y su castillo; un castillo con pendón, faltaría más; y si no existía, se inventa, ya que seguimos en la edad dorada del Exin-castillos subvencionado y del torneo con mercadillo medieval, subvencionados también.

Buenos somos: el pendón, tieso; el castillo, de plástico o en ruinas; y nosotros, agachados con las manos en el mondongo particular; qué paradoja.

¿Y el queso; qué fue del queso?... Ahí lo tienes, hecho adobe.

En fin, somos carne de banquillo y de psiquiatra, pero volvemos al pendón tieso una y otra vez, hocicándonos en el agravio de identidades, y ya tenemos nueva escandalera: políticos urgidos por su desgobierno y necesitados de enemigos exteriores (no los queseros leoneses, que pasan de barrilas y cinchos y se subirán mayormente al carro, salvo Tomasín el de Posada, que tiene sus razones), han clamado al cielo de las ruedas de prensa y de molino con declaraciones de camisa rota porque la Comunidad ha creado la denominación comercial de queso castellano sin haber especificado que León tiene su castillo, sus quesos con seña y un nombre propio ¡que intentan anular castellanizándolo todo!, han dicho muy solemnes e indignados. Vaya.

Necesariamente sabía la Junta que esto ocurriría. ¿Y? Quizá sus técnicos de mercados aconsejaron por eficacia comercial simplificar la «marca», pues lo que se busca, a fin de cuentas, es vender estos quesos a gentes lejanas que ni saben qué banderas trapeamos ni les interesan nuestras batallas, sino que el queso les sepa bien... o seguiremos apilando adobes. Vale; y después hacemos con ellos la muralla que nos separe y distinga del odiado vecino y de sus quesos que, ya ves, muchos confundirán con el manchego, diciendo incluso que es mejor, hasta que finalmente vengan los agraviados machegos con otro lío similar. De psiquiatra la cosa.

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