Diario de León

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«Chula» se fue de picos pardos y regresó mamá

Una jabalina domesticada da a luz tres jabatos concebidos durante una rápida escapada al monte

La jabalina Chula recibe, mimosa, una caricia de su dueño, mientras sus crías descansan a su lado.

La jabalina Chula recibe, mimosa, una caricia de su dueño, mientras sus crías descansan a su lado.

Publicado por
maite almanza | astorga
León

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Chula tiene unos dos años y medio y ha pasado casi toda su vida conviviendo con Adolfo Turienzo y su familia en Lagunas de Somoza. Está integrada hasta tal punto que pasea con su propietario dos horas todos los días por el monte, y sin necesidad de correa. La jabalina, que obedece la llamada y las órdenes de su dueño, disfruta de pequeños momentos de libertad, de escapadas que la mantienen no más de dos días fuera de casa, y de las que siempre regresa. En una de ellas, el pasado diciembre, quedó preñada, posiblemente de un jabalí silvestre. «Al principio no me di cuenta, luego vi que estaba distinta, que se cansaba más», explica Turienzo. Y así, a los tres meses, tres semanas y cinco días de su salida furtiva, Chula paría tres jabatos. «Todavía no sé si son macho o hembra. No he querido tocarlos, por si se pone violenta, aunque no se asustó cuando apareció el fotógrafo», asegura su propietario.

El parto . Turienzo explica que Chula parió en solitario. «La familia no vio el parto, yo noté que ella no quería que se la molestara. Pensé que si se ponía nerviosa, tal vez se revolvería y mataría a uno de los jabatos sin querer. Hasta el día siguiente no los vi», dice. Su dueño ya ha puesto fecha a la primera salida de las crías: ocho días. Estudia regalar una a un amigo y quedarse con las otras dos, a las que planea domesticar como a su madre. «Comen bien, y están muy espabilados, uno de ellos ya salió a la calle», explica orgulloso.

Turienzo señala que el que Chula sea ahora madre no influirá en su libertad: «La voy a dejar salir cuando quiera, no la tendré sujeta, y tiene la comida asegurada». No importa que vengan más crías, afirma. «Lo único que me preocupa es si la matan, porque cuando ve una persona no recela, se va hacia ella», apunta. Y así, un poco triste, recuerda a su cuervo Fofi , con el que paseaba junto a la jabalina, en cuyo lomo éste intentaba posarse sin éxito la mayoría de las veces, «hasta que lo mataron», dice.

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