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Cornada de lobo | pedro trapiello

El Siglo del Loro

Publicado por
pedro trapiello
León

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En el Siglo de Oro nos lució el pelo porque hablaban los oradores con brillo en la palabra y escribían los literatos con letra de muchos kilates. Pero aquel oro se gastó y este XXI será el Siglo del Loro. ¿Por? Porque hablamos por los codos y repetimos como cotorras. Loros diciendo. Loros escribiendo. Como nunca en ningún tiempo anterior. Nadie se priva de escribir algo para propalarlo; lo editan, si alcanzan; y si no, ¡a la impresora o al gigantesco muro de la Babel internáutica!, esa libertad oceánica donde naufraga el lumpen literato de estos tiempos, ese lumpenproliterat que sueña «emerger» un día desde las alcantarillas del anonimato hasta el best-seller del pelotazo famoso.

Pero leer fatiga cada vez más. Las estadísticas no mienten. Poner la oreja es lo más fácil y la gente se gobierna más por lo que le cuenta uno del que se fía de verdad, que por los consejos escritos de un honoris causa . La oralidad manda hoy, así que los que hablan de cultura oral fijando o añorando su pertenencia al pasado, se equivocan de plano. Nunca, como hoy, la cultura fue más oral. Lo del abuelo junto al fuego transmitiendo verbalmente costumbres, historias y patrañas de la tribu (siempre las mismas), era sólo culturilla de ombligo y perpetuación de la ignorancia. Para oralidad, esta. El móvil tiene mucho que ver. Todo se habla al instante: llamadas, chismes, órdenes, mensajes, recados, consejos, avisos... Y después, o antes, está la tele, claro; el abuelo Cebolleta de la tribu es hoy el televisor. También se repite, pero siempre escupe novedades, de manera que cualquier analfabeto que no haya leído un libro, pero haya visto documentales en un canal temático «leyendo» sólo la voz engolada del locutor, sabe muchísimo más de gorilas y salamandras de lo que pudiera imaginar sobre el tema un catedrático de anatomía de la facultad de Veterinaria.

Nadie antes oyó o escribió lo que nosotros. Nos pasamos todo el día en ello. Oír y repetir. Como loros. No hay que pensar. Basta recitar de oreja. O desgañitarse en una teletertulia . Pero ojo. El teólogo recuerda: lo primero que exigirá Dios a cada cual en el Juicio Final, ¡lo primero!, será la cuenta de todas las palabras innecesarias que hemos dicho en la vida... Feliz Siglo del Loro.

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