Reportaje | A. álvarez
Etnoarqueología de la Maragatería
El Museo Textil debería de jugar un papel fundamental como representante del pueblo en el exterior, y como propio valor añadido al producto textil, incluso potenciando una marca y vender por sí mismo
Pablo Alonso González ha realizado una completa investigación recopilada en el libro «Etnoarqueología y gestión del patrimonio cultural: Maragatería y Val de San Lorenzo», editado por la Universidad de León. En él se señala que «en el actual contexto de transformación de la Universidad y de adaptación de sus fines a los requerimientos del mercado, las letras tendrán que demostrar su utilidad funcional para poder mantener su oferta formativa y presencia en la propia Universidad». La Arqueología, pese a su escasa presencia universitaria, es de las pocas especialidades con un contacto directo con el mercado privado y el mundo empresarial. Por ello, sus estudiantes deberían entrar en relación con el mundo real procurando «crear la necesidad de gestionar un patrimonio», y hacerse un sitio en el mercado.
La prehistoria reciente y el clasicismo del territorio de Val de San Lorenzo han sido estudiados en profundidad por Almudena Orejas desde la óptica de la Arqueología Espacial, nos señala Alonso. El límite de la investigación de Orejas deja un vacío arqueológico desde el siglo II d.C. hasta la actualidad.
Así, el autor analiza, entre otros aspectos, lo maragato. Se ha tratado de aprehender a través de su realidad económica y funcional, pero también intentando penetrar en su complejo mundo de símbolos y mitos. Un cosmos idílico que a muchos hoy parece bello y bucólico: los trajes, las casas, los relatos de viajeros, las extrañas tradiciones... Una aparatosa estructura tras la que se oculta un mundo sumamente ordenado y controlado holísticamente, un mundo donde el movimiento, en todos sus sentidos, físico, social y económico, era imposible excepto para los arrieros. Los maragatos llegaron a instaurar un férreo reinado codificado en símbolos que reproducían y potenciaban a través de la cultura material el orden social establecido. Las danzas, un mecanismo de dominación y exposición del poder y la riqueza. Las casas, una jaula para la mujer y refugio del linaje familiar. Las tumbas, mausoleos a los reyes de la Maragatería. La dinámica postmoderna y su reapropiación de símbolos tiende a remitificar lo maragato. Pero habiéndolo ya despojado de sus más lóbregos y tenebrosos hábitos.
La emigración también ha sido objeto de estudio. El éxodo de gentes del Val hacia el nuevo mundo fue un importante trauma socio-cultural. La influencia que el proceso ha tenido en la historia del pueblo ha sido muy importante. En la emigración se jugaban las cartas del progreso en el propio pueblo y el modo en que progresar: desde Argentina llegaban ideas cooperativistas de tendencia socialista, mientras de Cuba el mensaje era de ahondar en un capitalismo más agresivo e individualista. Pese a las distintas versiones, todos ellos representaban una misma voz: la de la modernidad y el progreso. El diálogo mantenido de una parte a otra del Atlántico fue sin duda acostumbrando al pueblo a la modernidad y a nuevos conceptos que a otras zonas vecinas llegarían más tardíamente, como la higiene, el consumo o los modos urbanos.
En Val de San Lorenzo la Edad Moderna no llegó con la conquista de América, ni la Contemporánea con la Revolución Francesa. En Val de San Lorenzo el uso habitual del metal llegó en 1950, junto con el vidrio. Las solidaridades propias del sentimiento comunitario del Antiguo Régimen se mantuvieron durante mucho tiempo y la sociedad Comunal sólo acabó por descomponerse, ya en la ruina económica, a comienzos de los 90 del siglo XX. Pero la modernidad llegaba imparablemente, nos explica Alonso. Podía entrar por la puerta principal de la casa en forma de telar mecánico, o por la parte de atrás, como un cuarto de baño. Algunos de los antiguos artesanos modestos hicieron grandes fortunas, igualándose con las antiguas clases acaudaladas y expresando su poder en grandes casas de ladrillo y cemento.
De cara al futuro la proyección de la memoria del pueblo será cosa de su Museo Textil, encargado último y definitivo de la selección. Por ello su labor es de tan alta responsabilidad: se debería tratar de crear un relato democrático, no de la exaltación de los vencedores.
1397124194 Proyección. Las perspectivas no son demasiado halagüeñas. Envejecimiento de la población y disminución paulatina de toda actividad económica son los dos factores esenciales de su decadencia. En Val de San Román y Lagunas de Somoza la situación es aún peor ya que no existe actividad económica. Es factible que el pueblo también se convierta en destino de una población neorrural en busca de segunda residencia, aunque en esto encontrará más dificultades que los otros dos pueblos del municipio por su peor conservación del ambiente rural y la arquitectura tradicional.
Si el Val de San Lorenzo era y es conocido a nivel provincial, regional y quizás nacional es por su ancestral actividad textil. La artesanía, una vez transformada en industria, tuvo su auge en los años 50 y 60 en pleno desarrollismo de la España franquista. Diversos factores quebraron poco a poco la industria valura. Una industria que no pudo, o no supo, comprender la complejidad de los nuevos mercados. Quizás la única posibilidad de futuro pase por la vuelta a la artesanía. El Museo Textil habría de jugar también un papel fundamental como representante del pueblo en el exterior, y como propio valor añadido al producto textil. Otra posibilidad es que el propio Museo se hiciese cargo de potenciar una marca y vender por sí mismo haciendo pedidos a los productores. Pero para ello se requiere una inversión y una gestión económica profesional de la que carece.
Pablo Alonso advierte de que el negro panorama trazado parte de la idea de que no se va a actuar ni se van a tomar medidas correctoras. Parte de que legislatura tras legislatura los gobernantes (enredados en los asuntos del día) dejarán pasar el tiempo sin ser conscientes de los problemas estructurales que asolan a sus pueblos. Pero pensando en positivo se cuenta con un proyecto de financiación europeo y una riqueza patrimonial y natural envidiable. El autor es de la idea de que los pueblos de Maragatería sólo podrán salvarse si son capaces de crear y gestionar un proyecto común dirigido a dar un salto al sector terciario de la economía basándose en el turismo, a través de la creación de un Parque Cultural o Patrimonial. Se trataría de buscar apoyo financiero, dotarse de una gestión profesional y estar abiertos a cualquier nueva opción que se presente. No sería esta la opción del lucro y la ambición, se trata tan solo de una cuestión de supervivencia.