Diario de León

Cosas de aquí | Auto sacramental en Laguna de Negrillos

El calor purgó los pecados de Sebastián

El joven que interpretó al mártir en la fiesta del Corpus aguantó el largo acto que explica su conversión

San Sebastián se inclina ante el Santísimo Sacramento, durante la representación ayer en Laguna de N

San Sebastián se inclina ante el Santísimo Sacramento, durante la representación ayer en Laguna de N

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A. Domingo | lAGUNA
León

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Salió se gún lo previsto por la Cofradía del Señor Sacramentado, que organiza el auto sacramental del Corpus Christi en Laguna de Negrillos desde mediados del siglo XVII. Fiesta de Interés Turístico Regional, dicen que cada taconazo de san Sebastián simboliza la penitencia que debe pagar sus pecados. Pero la purga de Rubén Cabañeros, que encarnó al mártir ayer, seguro que tuvo que abrirle el reino de los cielos, pues no sólo taconeó durante todo el acto, sino que, además, sudó lo suyo bajo la máscara, según reveló tras el desfile.

Y no sólo eso, Cabañeros lleva semanas ensañando para que el paso de la oca al que se asemeja el caminar del santo en la representación salga como es debido, con la precisión de la tropa entrenada, pues la procesión duró lo programado: unas tres horas.

El auto cuenta con todos los elementos del primitivo teatro -”máscaras inexpresivas, atuendos cuyo uso resulta hoy difícil de explicar y una fuerte carga de simbolismo-”, con un inequívoco contenido cristiano, reflejado en personajes de la Sagrada Escritura, en imágenes que porta el pueblo y en las venias al Santísimo Sacramento, que el personaje principal realiza desde su salida de la iglesia de San Juan Bautista hasta llegar a la ermita de nuestra Señora del Arrabal, donde el mártir, que porta en sus manos una flecha como símbolo de su forma de morir, arrepentido por sus pecados y avergonzado por éstos aparta la careta de su rostro y huye compungido.

Los otros personajes. Acompañan al San Sebastián los doce apóstoles, con instrumentos relativos al martirio de san Sebastián y otros que les caracterizan, como las llaves del reino en el caso de Pedro. Todos se ocultan bajo máscaras, al igual que el Cristo que, con la mano levantada en posición de bendecir, recuerda que se conmemora la fiesta del sacramento de su cuerpo, signo de su caridad con los hombres.

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