Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Tíos vivos

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pedro trapiello
León

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Otro esparabán muy pirulillo son esos tiovivos que han empotrado en la visión monumental de la Catedral y Botines, otro catapún ahí plantado para tapar monumentos y avisarnos de la fiestina de pueblo y carrusel que ya está encima, estas «fiestas de acera y de mirar» que se inventaron en la ciudad de León para darle gasto y chiflo a las «ferias de san Juan y san Pedro», afamadas en su día por sus jatas toras y potras rebrincadas (babiecas unas e ingobernables las demás), aquel mercadear ganados cuyo trato entre feriantes se sellaba después por tradición en un tascorro con callos o en bodeguilla con vino de mucha pelea y escabeche con cebolla (el bailongo y el programa de actos eran también, como ahora, escabechados).

Al cabildo y al obispado les pareció espantoso plantar en la mirada preferente de la catedral un carrusel de mucho aparato como si fuera una patada infantilona en la espinilla gótica de la pulchra leonina , rebautizada ya como pulchra leonera , tras constatar la cantidad de telares, esculturas y arrimamientos que se prodigan en una plaza que se peatonalizó para eliminar bultos y descontaminar la contemplación de la primera joya monumental leonesa (que solita se basta y se sobra para colmar la admiración y el pasmo del que se sitúa ante ella) y que ha terminado sembrada de obstáculos como en el disloque de un Tócame Roque . El sitio no requiere más. El resto son competencias desleales que roban miradas como carteristas consentidos.

También tienen su razón quienes no ven mayor problema en plantar un tiovivo ahí, pues sólo torturará la estampa del sitio en fiestas. Alguno recuerda que los festejos de la ciudad se hicieron tradicionalmente en este derredor de la catedral y que entonces era aún más agresivo el tiberio de toldos, fritangas, estaribeles o talanqueras, pues aquí se burlaba al toro vecinal y hasta se hicieron, alguna vez, lidias de cerdos, como anotó Larra.

También otros preguntan en cuántas ciudades más les han permitido a los tíos vivos de ese carrusel (en francés, cagusel ) instalarlo tan ventajosamente junto a catedrales. Y el temor: cuántos feriantes condenados a plantar su tiovivo en el quinto chirri de las afueras exigirán el mismo trato o privilegio.

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