Diario de León

Cosas de aquí | La bandera de Clavijo, capitán general

Doncellas bajo la pólvora

La procesión de La Zuiza recordó en Astorga la entrega de cien mujeres al emirato de Córdoba por parte de los reyes cristianos

Los zuizones disparando sus arcabuces en su recorrido hacia la catedral.

Los zuizones disparando sus arcabuces en su recorrido hacia la catedral.

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maite almanza | astorga
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Los disparos de arcabuz que lanzaban los zuizones hacían temblar los edificios del centro de la ciudad, que iba quedando engullido por el humo. De la casa consistorial salió el concejal de más edad, Luis Álvarez, llevando en volandas la arqueta que, bajo tres llaves, custodia con esmero los restos de la bandera de Clavijo. La enseña, dice la leyenda, es la misma que trajera hasta Astorga Luis Osórez de la batalla del mismo nombre, que, en el año 844, supuso el verdadero comienzo de la Reconquista y el abandono del tributo de las cien doncellas, que los monarcas cristianos debían pagar al emirato cordobés por la ayuda que, en el año 785, le prestó Abderramán I al rey Mauregato para subir al trono.

Ayer en Astorga, que conmemoraba con la procesión de La Zuiza el centenario de la Cámara de Comercio, no había cien doncellas, sino una docena, que se estremecía con cada arcabuzazo de la guardia y con el soniquete de los atabales. Los disparos de pólvora recorrían el cortejo de principio a fin, mientras la bandera de Clavijo, que en cada una de sus escasas salidas del ayuntamiento de Astorga debe recibir honores de capitán general, desfilaba escoltada por un batallón del regimiento. También lo hacían vecinos de la localidad riojana de Clavijo, con la que Astorga está hermanada, que portaron la réplica del pendón que fue azuzado contra los sarracenos en la histórica batalla, en la que las crónicas situaron incluso al apóstol Santiago.

La Cámara de Comercio, que lleva organizando periódicamente la procesión de La Zuiza desde 1994, recuperó en esa fecha este cortejo que, según la leyenda, salía cada 15 de agosto desde el año 1465 en el que el monarca Enrique IV premió con el Marquesado de Astorga a un descendiente de Luis Osórez, Alvar Pérez Osorio. La comitiva cívica era recibida por el cabildo, y para ello el marqués tenía que aportar 60.000 maravedíes. La procesión se perdió definitivamente a principios del siglo XIX por dificultades económicas y la falta de respuesta de los gremios astorganos, que debían componer el grupo de zuizones. Ahora, en esta nueva etapa, ha recobrado bríos la implicación popular, y son muchos los astorganos que se meten por unas horas en la piel de los zuizones o las doncellas para revivir el pasado de sus ancestros.

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