Diario de León

El crimen de Cuenca, cien años de un asesinato sin muerto

Pasó a la historia como uno de los mayores errores judiciales y puso en duda los métodos empleados por la Guardia Civil

Cartel de la película «El crimen de Cuenca» de Pilar Miró.

Cartel de la película «El crimen de Cuenca» de Pilar Miró.

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Juan V. Muñoz-Lacuna | toledo
León

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Pasó a la historia como uno de los mayores errores judiciales. Fue utilizado por la prensa de la época para cuestionar el sistema judicial, el jurado popular y los métodos de la Guardia Civil. Acabó siendo conocido como «El crimen de Cuenca», un asesinato sin muerto del que ahora se cumplen cien años.

El 21 de agosto de 1910 las vidas del mayoral León Sánchez Gascón y del guarda Gregorio Valero Contreras se torcieron. Su compañero José María Grimaldos López, de 28 años de edad, conocido como 'El Cepa' y pastor en la misma finca donde trabajaban, desapareció sin dejar rastro. Su familia enseguida sospechó de León y Gregorio, que tanto hacían sufrir al pobre chico por mofarse continuamente de él, quienes presuantamente le habrían asesinado para apropiarse del dinero procedente de la venta de unas ovejas.

La denuncia llegó en 1913 al Juzgado de Belmonte (Cuenca) el juez Emilio de Isasa, que reabrió el caso y ordenó la detención de León y Gregorio. Los brutales interrogatorios de la Guardia Civil 'uñas arrancadas, palizas y comidas sin agua a base de bacalao sin desalar' hicieron el resto: acabaron confesando el asesinato y el jurado popular expresó un veredicto de culpabilidad y el juez los condenó a 18 años de cárcel.

En el verano de 1925, cuando habían cumplido doce años y dos meses de condena, un indulto los dejó libres. Al regresar a su pueblo sus familias estaban convencidas de que eran asesinos. Un calvario que acabó un año después, cuando el cura de Tresjuncos recibió una carta del párroco de Mira en la que solicitaba la partida bautismal de José María Grimaldos porque «El Cepa» se casaba. El cura trató de ocultar la noticia por temor a un escándalo pero las frecuentes visitas de Grimaldos a Tresjuncos, inquieto por no saber nada de su partida de bautismo 'muchos afirmaron haber visto a un fantasma', precipitó los acontecimientos.

El Ministerio de Gracia y Justicia ordenó revisar la causa y el Tribunal Supremo declaró nula la sentencia además de ordenar concederles una indemnizacióna. Restablecida su inocencia, León Sánchez y Gregorio Valero acabaron sus días en Madrid, empleados por el Ayuntamiento como guardas del Parque del Oeste.

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