Cornada de lobo | pedro trapiello
Fruta pecadora
Hay que volver hoy una vez más al Paraíso Terrenal porque intranquilizan otras preguntas: ¿qué coños tenía aquella fruta prohibida del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal ?... ¿qué te ocurría realmente por dentro o por fuera si te la comías?... ¿por qué Yahvé se sulfuraba tanto si le andaban en ese árbol?... ¿por qué Eva no se asustó cuando le habló tan pichi una culebra?, ¿era normal que nuestros primeros padres hablaran con los bichos?, ¿lo hacían también con las plantas como una vecina que tuve, muy tiestera ella?... ¿por qué cuando se vieron desnudos tras el pecado se taparon sólo las vergüenzas genitales y no todo el cuerpo o al menos las tetas?... ¿por qué maldijo Dios al linaje de las serpientes y las mujeres?... ¿y por qué querían Adán y Eva esconderse desesperadamente después de comerse el fruto tentador?...
Al respecto, tiene Sócrates Valdueza una vieja teoría: se escondían porque estaban algo aterrados viendo elefantes rosas volando y árboles retorciéndose con muecas payasas. Alucinaban. El Génesis nunca dice que el fruto prohibido fuera una manzana, ya ves, ¡una manzana! Fue sin duda otra cosa, alguna baya tóxica o fruta narcótica como la que come el mono papión de la sabana cuando quiere pillar un pedo formidable con borrachera chillona y cachonda. Eso fue. El fruto prohibido era un narcótico de mil pares que proporcionó a Eva y Adán un globo flipante y celestial con más colorines que el plató de Jorgejavier. Las prodigiosas alucinaciones y la sensación de poder absoluto que debieron sentir con aquel chute frutero les llevó a tutear al Creador y, seguramente, a discutirle algunos aspectos del rutinario y previsible Paraíso. Adán, además, vio que se le ponía tieso el dedo como a Yahvé, aunque ya sabemos todos dónde tiene el hombre su dedo principal; de ahí que Sócrates cite siempre el rudo y claro refrán « picha tiesa no cree en Dios » para explicarse casi todo, incluso la rebelión del pecado original. También algunos exégetas suponen ahí algo sexual, guarrerías, amén de la desobediencia que tan airado pone a Yahvé en tantísimos pasajes de la Biblia. Quizá es que descubrieron cómo poder hacer hijos de otro modo y no sacándolos de una costilla, que parecía ser la norma.