Cornada de lobo | pedro trapiello
Sabina es gorbizo
Sabina anda escocido de su «ceja circunfleja» y dijo que no será probable que le vean en Rodiezmo como quien dice ya no he de ir a por atún ni a ver al duque , como quien se duele de caer de un guindo con costalada o como quien nota que Zapatero mola, pero también amuela .
Sabina anda de vuelta de mucha cosa. «Return» es un letrero indicador que se ve a menudo si la muerte se acercó demasiado a tu carretera. Llamémosle «andar con la fe abollada». Demasiada velocidad, demasiado corazón. Pero su cultivado escepticismo sigue teniendo guasa y su tócamerroque todavía se le pone ocurrente y morcillón. Los poetas que van por delante de la lírica (Sabina parece el adelantado sin lirio y el cantor con ronquera) suelen impacientarse o tornarse melancólicos al ver que sus claros sueños no se cumplen, se aplazan o les visten de ocasión para que valgan en bodas y bautizos. Cuando hizo aquel anuncio coral de mucha cara conocida que se llevaba la mano (derecha) sobre el ojo (derecho) haciendo ceja gorda con el índice para confesar así el orgullo de su fe en Zapatero, estaba Sabina convencido de que había buen coro de esperanza fundada, que había «acorde» general. Pues a sonar se ha dicho. Y la confianza sonó. Pero poco a poco, el acorde se hizo arpegio, cada dedo con su nota. Del asonar al disonar. Mala es de interpretar la partitura moral que sueña la izquierda en estos pianos de la realidad que se tocan a muchas manos (derechas casi todas y una zurda). Total, que se distanció prudente, elegante y consecuentemente del fervor de cheque en blanco. Y viendo lo que cae o las derivas de la gobernación, te suelta una risa franca que no se sabe si es sorna o compasión... o ambas a la vez. Sabina se ríe, lógico, pero ni se cabrea, ni malmete, ni sulfura a la grada.
Si viene por aquí, le llevaré por colladas y campas vecinas de Rodiezmo, al pie de donde crecen sus tocayas las sabinas , la enhiesta o ginebro y la tumbada o gorbizo , esa que se agazapa entre peñas para soportar la tonelada de nieve que le tumba encima el invierno. La sabina es lista; dejó el valle y el bosque y se tiró a la peña calva de roca madre donde no pueda correrle el fuego por los pies. Sólo así se está librando de la quema y se ríe de los siglos.