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León

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A la última | pedro ortiz

Califica Salgado de ajuste fino el enésimo vaivén de ella y su Gobierno en cuanto a los criterios sobre la financiación de los ayuntamientos. Queda bien lo de ajuste fino. Fue Solchaga, el ministro de los tipos de interés alpinos, quien desde el Gobierno utilizó la expresión por primera vez, supongo que para subir todavía más los tipos. Ayer la empleó de nuevo Salgado: ajuste fino. Atención al binomio: probablemente sean las dos palabras que mejor definen la política de Zapatero, si bien con más ajustes que finura, con más improvisaciones gruesas que canijas rectificaciones.

Cada ministerio hace sus propios ajustes. Blanco presumió de inversor en obra pública, después paralizó la inversión, y apenas transcurrido un par de semanas, tercer tumbo, de nuevo aumento, aunque menos. Recios bandazos, que no pequeños arreglos, han sido la congelación de las pensiones, la bajada del salario a los funcionarios o las subidas del IVA, que dispararon las ventas de coches y de viviendas como paso previo al desplome. O aquel infausto Plan E. O los de la reforma laboral, que cada día, casi cada hora que pasaba, pobre el abandonado Corbacho de ayer, sufría unanueva variación.

El ajuste fino de Salgado, como el de unos días antes el de Blanco, se debe a un circunstancia que, como circunstancia, es pasajera: España coloca ahora su deuda en los mercados de capitales, esos mercados de capitales tan vilipendiados por el Gobierno, a un tipo de interés más bajo que hace unos meses. Esa es la curva que describió ayer la ministra: si la carretera tuerce, Salgado tuerce con la carretera. Los ayuntamientos menos manirrotos podrán endeudarse un poco más; o no. Las obras públicas que se paralicen serán menos; o no. La reforma laboral es la definitiva; o tampoco. Sólo saldrán dos ministros del Gobierno; o más. La cuestión es que ajuste tras ajuste nadie cree que los anuncios del Gobierno sean definitivos. Todo ajuste fino es susceptible de sufrir otro ajuste fino, depende de las nuevas curvas. Y ajuste fino tras ajuste fino no es sino improvisación, falta de criterio y carencia de una planificación seria. Al final, poco de finura y mucho de navegación sin rumbo. Cualquier medida definitiva de este Gobierno es definitiva sólo hasta que sea alterada a los pocos días por otro ajuste.