Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Ovejas y perros

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pedro trapiello
León

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Me dijo una vez un pastor extremeño querenciado aquí, pispo el tipo, menudo él, hecho de bilorta retorcida y de mirada más larga que un gavilucho, que el estado ideal de la persona era el de esclavo... no jodas, tú, ¡tás loco!... que sí, ¡esclavo!... ¿por?... porque cuando eres esclavo todos los problemas son del amo .

No quiso ni el derecho a excusa que tiene todo pastor para meter un hato propio en el rebaño. Libre él. Iba con el viento por colgarse alguna vez de la ventolera. Vivió al día y no quiso casa propia. Jamás renegó del oficio de jornal ni le apeteció otra manera de trabajarse el pan que no fuera arreando ovejas y hablando a los careas. Hablaba mucho. Filosofaba a toquisque. Incluso a Zapatero, que enmudeció, le soltó la chapa un día.

Así pues, esclavo. Pero no sólo lo es quien va de jornal; también el que pastorea sus propias ovejas está preso, pues en fiestas y domingos, el ovejo también come. Poca vacación tiene el zurrón. Y « me casé con un pastor pretendiendo ser señora y al día siguiente me dijo: coge el cayado, pastora ». Por eso menguan rebaños y pastores. No se encuentran. Es trabajo penoso y africano en un tiempo subsidiado que deserta de campos y montes. Hoy renta muy mal el criar corderos, ordeñar borregas o capar castrones.

De esto se habló el miércoles en un foro en Barrios de Luna con ganaderos, profesores, técnicos y agentes sociales. La trashumancia declina. Los pastos de montaña se los come el diablo. Hace doscientos años subían sólo a los puertos de Babia doscientas mil ovejas extremeñas y hoy no pasan de diez mil en todísima la montaña leonesa, larga como ella sola. Se está despilfarrando un pasado ganadero de mucho vigor y vellón de oro que, vista la senda económica por la que nos llevan los mercados y la política que les mamporrea, tendrá que volver a ser a la fuerza un futuro ineludible. Por ese futuro hago votos cada vez que suena la esquila de la Fiesta del Pastor que vuelve mañana al colchón del embalse de Luna.

Lo raro es que baja el número de ovejas, pero crece mucho el de mastines, aunque ya no ladran al lobo, sino a los coches y a gatos azules tras la verja rosa de un chalet (no me atrevería a sacarle una moraleja a esta paradoja).

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