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La lucha ha dejado huella en el monasterio de Gradefes.

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León

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Lo admito, el titular queda entre darwiniano y cartesiano, pero más allá de lo contundente de la afirmación el lector no encontrará proclama belicista alguna en estas líneas. León va a convertirse en un gran corro de lucha, y no como consecuencia del proyecto del tranvía, la presidencia de la nueva Caja, los hallazgos arqueológicos en Lancia o la intensificación de las reivindicaciones mineras, pues la materia que nos disponemos a abordar nada tiene que ver con esos choques diarios, sean verbales o físicos. Del 1 al 2 de octubre próximos, León acogerá el Encuentro Internacional de Lucha Leonesa y Luchas Tradicionales, dentro de la programación de «Raíces», financiada por la Junta de Castilla y León, desde la Consejería de Cultura, con el comisariado de Juan Pedro Aparicio, y en este caso con el especial empeño de la Diputación. Aulas e instalaciones deportivas del Campus de Vegazana serán la sede, tanto de los debates como de los aluches y competiciones, entre estas el Gran Corro 1.100 Aniversario del Reino de León. La cultura académica y la cultura popular van juntas incluso cuando no lo saben.

Nuestros mejores luchadores medirán entre ellos sus mañas, pero también con las de otros sesenta correligionarios llegados desde Canarias, Galicia, Inglaterra, Escocia, Cerdeña, Islandia-¦ Y para que gane el mejor, cada pareja de luchadores se enfrentará en dos modalidades; primero, en las propias de cada participante, algo que hasta ahora jamás ha ocurrido en los encuentros internacionales, pues cuando los leoneses participan en los mismos han de adaptarse siempre a otras técnicas célticas, habitualmente a la bretona y la escocesa; y después, visitantes y locales se cogerán a los cintos en el corro de lucha leonesa del 1.100 aniversario del Reino. Una ocasión excepcional para que nuestros luchadores se midan con los representantes de la gouren bretona, la backhold escocesa, la strumpa sarda (Cerdeña), entre otras modalidades, y que luego sea lo que Dios quiera, pues es de suponer que ellos no se van a quedar quietos. Al parecer, a quienes más deben temer nuestros luchadores son a los canarios.

Sí, en el principio fue la lucha, el ser humano la lleva en los genes, aunque también es mano de santo para estrechar camaradería. Largo es su rastro en nuestra cultura, ahí están la bellísima imagen pétrea en el canecillo de Santa María de Gradefes o la del capitel de la Colegiata de San Isidoro. Ya Estrabón, el geógrafo griego, hablaba de una forma de lucha propia de nuestra zona. Todo lo esencial viene siempre de antiguo. Oriente y Occidente proceden de una ancestral cadena de rifirrafes tribales por un quítame allá esos fuegos y especias, por un rapto de Helena, el quítate tú para ponerme yo-¦ en fin, luchar es la impronta del hombre, o una de ellas; primero, como supervivencia, luego como ocio recio y recto, metáfora de la existencia.

Tranque, rodillín, garabito, trespiés, zancajo, sobaquillos-¦son voces de los aluches, pero también existe un léxico universal de miradas, actitudes y capacidades: nobleza, respeto, orgullo, humildad, fuerza, destreza, equilibrio-¦ Me cuentan que en Estambul, un luchador tártaro al contemplar una exhibición de lucha leonesa se asombró de que fuese tan similar a la suya, como si los respectivos antepasados hubieran compartido una misma tierra; y esta, claro, no pudo ser otra que la condición humana.

El origen de nuestros aluches está en la trashumancia, y es que todos procedemos de pastores, hasta quienes somos de ciudad. Ya en la antigüedad, con más maña que fuerza el pastor David y venció a Goliat, y hoy en la memoria colectiva de León resuenan, como personajes de una Ilíada local, los nombres míticos de «el Sastrín de Rucayo», el primer campeón provincial, en los años previos a la guerra civil; Jandrón, de Acevedo; Cayo de Celis, o la de aquella leonesa de Rucayo, llamada Cuquis, o los hermanos de Carbajosa -"cuatro chicos y una chica-", «Che» Escanciano, de una saga familiar legendaria, y Héctor «el Divino», entre otros. Pero nuestro ¿hay quien luche? no es mero matonismo entre los más brutos del pueblo, sino puro ajedrez muscular, inteligencia en movimiento. Dime cómo ganas y/o pierdes- y te diré quién eres, seas de la Ribera o de la Montaña.

Lucho, luego no me rindo; lucho y gano (a veces); lucho y pierdo (otras). Si se cumple la tradición, no hay premio en metálico, sino gallo y mazapán; precisamente, una de las reticencias de los puristas es que los aluches pierdan su poética si se organizan con pautas de otros deportes, cuestión ésta que será afrontada en los debates en el Campus.

Otra excelente actividad de «Raíces», esta vez bajo la organización conjunta de la Junta, Diputación, Universidad de León, Federación de Castilla y León de Lucha, Delegación Provincial de Lucha Leonesa y Caja España, que han aunado esfuerzos por una causa que lo merece.

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