Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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D ijo el que acuñó el término El Recorte Inglés que las apuestas y los juegos de azar son el único plan B del Sueño Americano y de los que creen en él con firmeza y entusiasmo. No sólo allí. Lo mismo aquí: la lotería es el único atajo soñado por todos para huir de la quema y no parar hasta dar con los huesos en la hamaca de una playa, pogamos de la Polinesia.

Dice Benet XVI (el Papa, en català, pues en galego es Bieito XVI y en castellá Benito XVI) que el materialismo y lo laico atenazan a este tiempo y lo vacían; lo material mata al espíritu. Por eso san Pancracio, patrono del pelotazo y de las ganancias disparadas, es un santo con más devociones que ningún otro y con más presencia civil que el retrato del rey o la Virgen de Fátima, que es muy de calendario. Sí señor, es el santo de todo el santoral que más padrenuestros pilla. La feligresía de este bendito pueblo español ( benedictus populus hispanicus ) le echa mucha fe, le pone la lotería como peana y le hace bailar en el dedo una moneda de vil metal para recordarle que no se distraiga, que esté a lo que hay que estar y atienda al ruego concreto: san Pancracio bendito que en el Cielo estás escrito, que mi negocio coja rumbo, que el dinero venga a caja y que se arrame en esta casa el cuerno de la fortuna... Para eso se le reza, para que entre el dinero en condiciones; para lo otro, para la salud y el amor, hay otros santos más indicados, san Blas o santa Teresita, por ejemplo.

Loterías, quinielas, primitivas o euromillones son la única puerta B para salir de la crisis, piensan muchos. La de Navidad está en su apogeo. Acabaremos todos empapelados hasta las cejas con décimos y participaciones pensando que esta vez la cosa no acabará invariablemente el 22 de diciembre en el tradicional coitus interruptus de gran decepción y ruinosa pedrea. ¿Y cómo no comprar ese décimo si es, además, una estampa religiosa y bendecida (benedicta) por llevar siempre impresa su Virgen, su san José, el Niño y el Belén?

En los bancos del fondo, un bendito feligrés se admira: el clero no se escandaliza ni dice mus ante el uso y a buso de la Sagrada Familia como coro de la diosa Fortuna y del Becerro de Oro, patronos idolatrados del materialismo.

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