Abuelita rata

T iembla, malandrín, tu abuela la rica tardará en morir muchísimo más de lo que supones y heredarás cuando san Juan baje el dedo, le dijo doña Agustina a Enriquete el Bolas... porque tu abuela ha llamado ya a la universidad de Harvard y ha hablado largo y tendido con el bioquímico asturiano Juan Cadiñanos para ponerse a su entera (y eterna) disposición como carne de laboratorio o de lo que haga falta, ya que el equipo científico en el que trabaja Cadiñanos acaba de publicar en Nature un impactante descubrimiento, algo que ha sido larga y estérilmente perseguido, un hallazgo a la vez asombroso, esperanzador y terrible: se ha logrado invertir o revertir el proceso de envejecimiento en unos ratones reactivando una enzima en sus telómeros, lo que provocó automáticamente en ellos, según el director Ronald de Pinho, un cambio dramático e inesperado ... los bichos recuperaron olfato y agilidad, incluso les crecieron nuevas neuronas... y las ganas... deshicieron la senda de su vejez... es como haber encontrado la fuente de la eterna juventud... la perplejidad de estos científicos es aún mayor al comprobar la relativa y fácil aplicación que tendrá un día este método genético en el cuerpo humano... y aquí es donde tu abuela ha dado un paso al frente, rapaz, ahí la tienes, ofreciéndose a la ciencia desde ya, no quiere esperar nuevas averiguaciones ni más resultados... ha dicho que pa lo que me queda en el convento ... tiene fe ciega en nuestro compatriota de Harvard... y ya sueña con acabar hecha una moza para poder correrte a gorrazos por zampabollos, inútil, pamposao, gorrón y caprichitos (en este orden lo ha dicho ella).

No deberías quitarle la ilusión a tu abuela. Pero el pro tiene su contra: ese rejuvenecimiento alegra también a los tumores y, al desandar los tejidos y órganos su camino, pillan no pocos cánceres esquivados antes, así que el remedio, por ahora, parece peor que la vejez. Pero entiende a la abuela. Sabes que a los que amasaron riquezas y tienen el corazón en su cofre les cuesta un huevo dejar este mundo (no pocos financian esas investigaciones; desgravando, claro). Pero ignoran que lo que rabia a los dioses y envidian del hombre es precisamente el poder morir.