Bolivia luchó por metas mucho más ambiciosas pero terminó aislada
Bolivia se convirtió ayer en el único país al margen de los compromisos adoptados en la XVI Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático, celebrada en Cancún, por considerarlos insuficientes, y cuestionó el manejo de la reunión por la canciller de México, Patricia Espinosa. La postura del país fragmentó a los países de América Latina, que asumieron los acuerdos de Cancún para avanzar en la lucha contra el calentamiento global, aunque algunos de ellos prometieron no dejar solos a los bolivianos.
«Nunca nos imaginamos un escenario en el que un país que amamos tanto no se sintiera cómodo. Entendemos las razones, muchas de ellas las apoyamos. (El acuerdo final) no es ambicioso», dijo Claudia Salerno, la negociadora jefe de Venezuela para Cambio Climático. Bolivia comenzó la cumbre con los mensajes más duros, dirigidos por su embajador ante la ONU, Pablo Solón, que exigió una segunda fase del Protocolo de Kioto y que la temperatura del planeta no subiera más de 1 grado centígrado en el presente siglo, la mitad de lo acordado en Cancún y Copenhague. Aunque el texto final no recogió todas sus peticiones, como la de crear una Corte Internacional de Justicia Climática, sí logró que se tuviera en cuenta a las comunidades indígenas en las acciones que las afecten relacionadas con el calentamiento global.
La negociadora venezolana celebró el acuerdo pero admitió que ellos salían con un «sinsabor» de Cancún porque un acuerdo que iba a ser de todos al final fue adoptado sin Bolivia, que cuestionó tanto la sustancia como el procedimiento de la Cumbre. «Nosotros, que fuimos, de alguna manera, ignorados en Copenhague y trabajamos muy arduamente este año».