Diario de León
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Liturgia dominical

JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES

Es una de las expresiones más conocidas referidas a Jesús, con un profundo significado. El Bautista describe a Cristo: define el estilo con el que éste cumplirá su misión de salvar a la humanidad, entregándose a sí mismo como el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo. Esta calificación de Cordero tenía resonancias claras para los coetáneos de Jesús: el cordero cuya sangre señaló las puertas de los judíos en la noche del Éxodo, los corderos que se inmolaban en el Templo y, sobre todo, el anuncio por Isaías de un Siervo que iba a ser llevado como un cordero a la muerte, pagando por los demás. Todo se cumple en Cristo en plenitud.

Son unos contenidos que el cristiano debe entender gozosamente: que Jesús es el Enviado de Dios, que obedeció y cumplió su misión salvadora, que anunció a todos el amor de Dios y que lo hizo con la entrega total de sí mismo, hasta la muerte en Cruz. El Niño de la Navidad y de la Epifanía va camino de la Pascua. En la Cruz «quita el pecado», triunfa sobre el mal de la humanidad y nos reconcilia con Dios. A nuestra situación de pecado, personal y comunitario, Dios responde con un hecho: su Hijo se entrega a la muerte por nosotros y nos consigue la Reconciliación.

En el mundo de hoy hacen falta cristianos convencidos que den testimonio de esta realidad básica de la fe. Un profeta (Isaías) y dos testigos (Pablo y Juan el Bautista) nos presentan a Cristo como el Salvador, el Siervo, el Entregado por nosotros. Así la sociedad de hoy (nuestros hijos, alumnos, padres, familias, convecinos, compañeros de trabajo) tendría que poder ver un testimonio de Cristo en nosotros. ¿Quién comunica en nuestros días a esta sociedad que Jesús es el Salvador, que es la respuesta de Dios a la humanidad, que es el Liberador de todos nuestros males? ¿Quién anuncia que Cristo es algo más que un buen hombre, o un óptimo maestro, o el mejor de los profetas, sino que es alguien que viene de Dios? El Bautista «no le conocía», hasta que vio que el Espíritu bajaba sobre Jesús: la clave para entender a Cristo no son sólo los valores humanos; por eso en la Eucaristía nos sale al encuentro el mismo Jesús, primero como la Palabra viva de Dios y luego como Alimento para el camino: el Cordero que quita el pecado, que se da a sí mismo como alimento. La Navidad cercana y en concreto las lecturas de hoy nos animan a seguir en nuestras vidas a este Cristo, el Enviado de Dios, el que nos va a dar la verdadera salvación. Acabamos de empezar el año 2011, ¿yo quiero ser testigo de Cristo, con su propio estilo a lo largo de este año?

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