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Cosas de aquí | Fenómenos celestes

Y ahí, la pica de Armstrong

El plenilunio de enero en perigeo lunar permite observar el sátelite con un notable incremento de tamaño y destellos de luz

Imagen de la luna sobre el cielo de León, la última media noche, en perigeo y plenilunio de enero.

Publicado por
L. urdiales | redacción
León

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Perigeo lunar en sol mayor, concierto lunar de medianoche. mirada pronta de la luna de enero que se acercó estas noches a 362.792 kilómetros de las aguas calmadas del Bernesga. Atrevida.

Se hizo llena y pletórica esa luna primera, y se dejó mirar silente y atractiva, sin ahorrar detalles de pliegues y relieves; de sus manchas faciales que las tribus de pastores vieron reflejadas con la cara del lobo. La llamaron los antiguos luna lobera a este primer plenilunio del año, ateridos por los aullidos de las manadas hambrientas de los inviernos fríos e inertes. Luego llegó la ciencia y dio razones a la certeza popular. Del perigeo lunar -" el punto más próximo a la tierra en el giro elíptico del satélite-" que se cerró en la madrugada del sábado, y dejó a la luna prendida de un hilo en la noche de León. Y a los leoneses prendidos de ella, cautivados por el círculo excelso que anunció su salida. Calculan los expertos que se mostró 150.000 kilómetros más próxima que en el punto contrario de su giro, del apogeo lunar; eso se traduce por una visión más nítida del fenómeno que refleja el sol en mitad de las tinieblas, apreciable al ojo de los mortales con un tamaño un 10% más grande y con un 30% más de destellos y brillo. Esto explican los astrónomos sobre el inevitable gesto de las noche del plenilunio de enero, del atractivo celeste que, incluso, pudo con la contaminación lumínica que ciega a los terrestres.

La luna de enero no tiene compañero, explica el refranero para aclarar el caudal de luz, el centelleo que enfatiza el aire y el frío abrasador de la época. Salvo la de agosto, que la mejora el rostro, emplaza el recetario del observatorio secular que estudia al detalle el vaivén de la gran hermana nocturna. Sin paciencia para esperar al fenómeno, se aconseja atención para la segunda quincena de febrero. En un mes, la hoja de cálculo de los astrónomos fija otra aproximación del perigeo lunar, cuatro mil kilómetros más cerca. Para no perder detalle de su faz. Tan cerca, que los prosaicos llegan a intuir la bandera que dejó Armstrong. La luna se cayó anoche, corrige la lírica.