Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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C uando Yahvé se hartó del faraón, le metió al cuerpo diez plagas, ¡todo el cargador! Dejó Egipto para los zorros. Moisés se lo advirtió, pero a un faraón en su pirámide no hay quien le tosa. Ni caso. Así que Yahvé volvió a demostrar lo borde y refinada que puede ser su cólera si el cabreo es enorme. Y allí lanzó diez plagas, diez, a cada cual más lacerante.

La primera parecía de coña: las aguas se convirtieron en sangre y el Nilo se puso guapo. La segunda llenó de ranas todo Egipto, qué ecológico, ranitas. La tercera tenía mala folla: convirtió todo el polvo en piojos como diciendo iros a rascar . La cuarta persistió en esa línea: nubes de moscas tapizaron hasta los platos. La quinta tiró a la línea de flotación: gran peste a camellos, asnos, caballos, vacas y ovejas, o sea, les dejó sin leche, sin queso y sin coche, algo bromista Yahvé. La sexta fue sádica: úlceras y sarpullidos, postillas al canto, toma. La séptima ensayó lo tremendo: granizo y fuego a la vez, vaya, triturar y abrasar. La octava es la famosa: una plaga total de langosta devoró cultivos, adiós pan, adiós cebolla, a comer piedras, a roer estaca. La novena fue algo tonta, se hicieron las tinieblas por tres días... pues qué bien, para lo que hay que ver ahí fuera, mejor quedarse en la cama, ¡ay, Maruja, no tengo ganas más que de morirme! Y la décima, selectiva y genocida: muerte de los primogénitos de toda casa que no estuviera marcada con sangre de cordero (los judíos lo sacrificaron y comieron aquella noche, tenían información privilegiada del Mosad, entonces Moisesad).

Mubarak, un Barak con mugido del buey Apis, no lee la Biblia y no tendría por qué saber esto, pero las plagas que le caen parecían ya escritas: calles llenas de piojos subversivos, moscas cojoneras de la diplomacia internacional plagando la centralita, ranas del ejército saltando de trinchera, tinieblas de toque de queda esparcidas por todo el país, langostas de la inversión extranjera volando a otros pudrideros, la peste de internet apeándole del burro... y una incógnita que convendría despejar sin falta y que llena de estupor la cara de los ingenuos y, lo temible, del islamista picudo: ¿por qué sólo Israel, histórico enemigo de Egipto, salió en defensa de Mubarak?...

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