Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

Creado:

Actualizado:

E l gaditano Carlos Cano, que no era precisamente de la derechona, le puso cuando la transición música y letra a las Coplas del Salustiano en homenaje a los paisanos que sólo dos décadas antes habían tenido que emigrar a Europa, como antes el bisabuelo a Argentina o México, pero en dirección contraria. «Hasta un pueblo de Alemania/ ha llegado el Salustiano/ con más de cuarenta años/ y, de profesión, el campo/ pa buscarse la habichuela/ y ahorrar algunos marcos/ y que pueda la parienta/comprar algunos marranos». Bueno, pues la historia se repite y ahora le toca a Salustianín.

El paro juvenil en España alcanza a más del cuarenta por ciento de los chavales, lo cual es para echarse a temblar por las esquinas, y Ángela Merkel y Sarkozy ofertan en Alemania y Francia más de cien mil empleos a los españolitos con titulación superior que quieran trabajar allí. El curro es fijo para muchos años y bien pagado, con una segunda condición: que sepan alemán, francés y quieran integrarse culturalmente en los países de acogida, no como los morenos del andamio del exministro Caldera, el de papeles para todos, dicho sea esto último sin ánimo de incurrir en racismo ni xenofobia, palabrotas ambas muy recurrentes de este Gobierno para descalificar a los que no piensan como él, pero es lo que hay.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho, por su parte, que con las actuales tasas de paro joven y una perspectiva de jubilación que exige más de cuarenta años cotizados, por España deambula sin futuro una generación perdida. O a lo mejor exageran. Es lo mismo que pensábamos años ha los de mi quinta y luego fuimos tirando. Como pudimos, eso sí. La de nuestros abuelos había hecho la guerra con suerte alterna, la siguiente hizo la transición más o menos a la edad de Salustiano y nosotros nos limitamos a mirar y ser los últimos en hacer la mili. Perdido no sé, pero uno se siente un tanto remoto, le digo a usted mi sargento.

Escápense en buena hora nuestros mozos a Alemania como Alfredo Landa ingeniero, sabiendo idiomas y las cuatro reglas de tres de una ingeniería, que, por lo demás, los padres hemos pagado aquí con esfuerzo de impuestos para que aproveche a otros países. A esto se le llama perder a los mejores y mandar capital humano al exilio, si bien es lo que nos merecemos por votar con orejeras a esta recua de ministros, como diría el rústico Salustiano. Seguramente van a tener mejor suerte que él: «Al principio se hace duro/sobre to la soleá/tanta gente chamuyando/que no se entiende ni hablar». Y dentro de la Unión Europea y el euro estarán más abrigados a mayores de consolarse en la distancia con un vídeo oscarizado de Penélope y Bardén, no como antaño en las innúmeras casas regionales de España. «Menos mal que algunas veces/ la embajada cultural/ nos mandan al Julio Iglesias/ y a un tal Manolo Escobar».

El otro día vino la Merkel, se hizo la foto con Zapatero y confirmó todo lo que antecede. Para salir de las crisis

-”tienen apenas un seis por ciento de paro y a eso los economistas le llaman pleno empleo, menos Sebastián el ministro de las bombillas de aquí, que tiene una pedrada-” no hay como los alemanes. Ya en la segunda guerra mundial les llamaban cabezas cuadradas. Tal vez. Locos sí, pero organizadísimos. En España, por el contrario, se improvisa todo sin descartar lo primero.

El otro día se firmó un ampuloso, vacuo y vago pacto social entre Gobierno, sindicatos y patronal, con la tira de fotos otra vez, para retrasar la edad de jubilación y dejar paso a las oportunidades de empleo de los jóvenes. Eso es la cuadratura del círculo o, mejor aun, un paraguas para que Zapatero aguante el chaparrón y vaya tirando hasta las elecciones del año que viene. En Alemania no hubiera colado ni de coña, como lo de que las cajas de ahorrros no están en riesgo por el ladrillazo. Allí también las hay, y más antiguas que las nuestras, pero nunca tuvieron a constructores en la presidencia para autoconcederse créditos. Ahora la solvencia se les supone, como a un servidor el valor en la mili cuando lo licenciaron.

Buen viaje, chicos, y tomad nota de aquel gran país antes de volver a casa por Navidad, si es que os merece la pena. Y recordad siempre que entre la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega o la ministra de Economía, Elena Salgado, y la teutona señora Merkel, no hay color ni calor de madre. El fondo de armario no cuenta para las mamás apañadas.

«Y aquí se acaba la historia/del bueno del Salustiano/que si no hubiera ido a Alemania/no habría aprendido tanto».

Vente a Alemania, Pepe.

tracking