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Diario de una aventura

Un chutazo de adrenalina

En dos días afrontaremos el intento de batir el récord de vuelo en distancia y tiempo en un globo de aire caliente en la parte más inhóspita del Amazonas

Los indígenes cosieron los desgarros de la vela.

Publicado por
León

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Hola amigos, el día de hoy ha sido de lo más adrenalítico de mi vida-¦ Ayer por la mañana se decide que será mi día de la suelta, es decir tendré que volar solo en el globo. Bueno, miento, estará Emilio, que filmará lo que ocurra y lo que nos ocurra. ¡Qué tío, qué valor tiene, yo no lo haría-¦! Casi no duermo de los nervios, imaginaos que sólo he tomado dos clases de vuelo en globo y ahora tengo que hacerlo solo, y en un lugar donde nadie vuela, el Amazonas, porque no hay espacios para aterrizar: o en el agua o en los árboles-¦ Después de consensuar se decide ¡que no tendré suelta solo! que lo máximo es que Ángel se monte conmigo y Emilio, y yo realice el vuelo sin que nadie me toque ningún mando, pero siempre Ángel supervisándolo todo. La verdad que me llevo una decepción, esto no es una suelta de vuelo en solitario, pero es lo que hay-¦

Despegamos sin contratiempos y, efectivamente, el viento es fuerte, nos saca del rumbo que habíamos calculado y me tengo que elevar a 200 metros para pillar algún viento que recomponga mi rumbo, y decididamente volamos para donde no queríamos, hacia el interior de la selva, pero con una sola opción de aterrizar sobre el río Negro entre selva y selva. Luego, no puede haber fallo o nos iremos Dios sabe dónde-¦ Dentro de mi siento el alivio del «menos mal que subió Ángel en el último minuto-¦» porque a dónde iría yo a parar solo con ese viento y con una sola oportunidad para aterrizar en el agua y no en la selva-¦ Pero cuál sería mi sorpresa y mi incredulidad cuando veo a Ángel que se pone un paracaídas y bromea que es «por si acaso, que él nos salvaría a los dos-¦». Pero de repente se sube al borde de la cesta del globo, y sin ninguna pregunta, me dice en tres segundos: «¡Que tengas suerte, Jesús¡». ¡Y el tío va y se tira!

Me centro en resolver mi problema, veo al fondo que se termina la mancha de selva, observo el río Negro y al fondo de la otra orilla la selva más salvaje que os podáis imaginar. ¡Increíble, a tan sólo veinte metros de la orilla consigo posarme suavemente dejando la barquilla derecha y además mantengo con ligeros toques de gas la vela erguida para que no caiga al río!

Amigos, he hecho un aterrizaje que no se lo creen ni mis maestros, y el globo intacto, Emilio y yo a salvo, gritamos de emoción y lo celebramos. Pero queda rescatar a Ángel, no sabemos nada de él y esto es urgente-¦ Penetramos en el interior de la selva con la ayuda de los indianos, que menos mal que nos acompañaron, porque ellos tienen su técnica de hacer ruidos y agitar el agua para espantar a los bichejos malignos. Después de un buen rato localizamos a Ángel. Estaba colgando de un árbol, y no pudo llegar al suelo, ni ha podido cortar el paracaídas porque había mucha altura hasta el suelo, estaba al límite, las piernas dormidas y con dolores de la incómoda posición, además muy preocupado por nosotros.

En dos días pondremos rumbo a las partes altas del río Negro a más de 500 kilómetros hacia el interior (estaremos a 2.500 kilómetros del Océano Atlántico en mitad de la nada), en la selva más hostil que existe en el planeta, para intentar algo que nadie antes lo ha conseguido y ni siquiera planteado: batir el récord de vuelo en distancia y tiempo en un globo de aire caliente en mitad del Amazonas, en su parte más inhóspita. Nunca sabremos a dónde iremos a parar y cuando el gas se termine nos estrellaremos en la selva más impenetrable del planeta.

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