Diario de León

Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Como en el país no hay mayores problemas -cinco millones de parados, un déficit de espanto y el futuro más optimista al estilo de «virgencita, que me quede como estoy»- andan en el PSOE trabajando a destajo para resolver la sucesión de Zapatero. Hay quien dice que es otra cortina de humo para entretener a los periódicos y que no se escriba de lo que interesa de verdad a la gente. Podría ser. Y no faltan tampoco los que opinan que el paisano presidente no piensa repetir y que, cuando el río suena, agua lleva.

Ahí van cuatro calderos. Ha dicho la ministra de Defensa, Carmen Chacón, en plan autosuficiente, que, si el jefe no se presenta, «el país está preparado para que lo presida una mujer». Coño, estamos de acuerdo, pero la cuestión es si la que está preparada es ella. Mujer por mujer a servidor le mola más Esperanza Aguirre, que aunque doliente de un cáncer lleva los años de mi quinta con mucho más garbo. Por su parte, el ministro de Fomento, Pepiño Blanco, ha manifestado igualmente que ocho años en el cargo -al de La Moncloa no lo citó- pueden ser suficientes. Eso aquí puede parecer una indirecta, pero para un gallego del que nunca se sabe si sube o baja es tirar a bala.

Bono, por su parte, se reunió días atrás durante largas horas con Zapatero y cuando le preguntaron los periodistas de qué habían hablado se limitó a responder «piensen ustedes lo que quieran». Pongámonos en lo mejor o en lo peor, según se mire. Hay que ver lo bien que se explica el presidente del Parlamento. Y, por último, el vicepresidente Rubalcaba, un camaleón con más escamas que todos los lagartos y lagartas anteriores juntos, no quiere contestar, como en el caso Faisán, más que en presencia de su abogado y piensa negarlo todo hasta el patículo.

Le da a uno en la nariz que estos cuatro se han pasado tres pueblos, más que nada porque falta que las palme el finado. Y conociéndolo y a tantos cadáveres socialistas que dejó tirados por aquí en las cunetas con tal de ascender -memoria histórica se le llama a eso- bien pudiera ser que a última hora retara a los cuatro como don Juan a don Luis con un «los muertos que vos matais/gozan de buena salud». Los versos son del Tenorio de Zorrilla, que era de Valladolid igual que Zapatero, no del clérigo Tirso de Molina, que tira más a Bono.

Lo que uno no entiende es qué coño de herencia se disputan, si no es un país en ruina. En esto los testamentos políticos deberían ser como los privados: se muere sin hijos tu tía Clodomira, vas al notario porque calculabas que estaba forrada y luego resulta que tenía mil euros en la cartilla y debía seis mil al banco. «Ahí te pudras», es lo que suele decirse en estos casos, dado que si aceptas la herencia en vez de cobrar te cobran. Algo así debería de pasar con las sucesiones políticas. ¿Que el difunto deja al país endeudado hasta las cejas y nunca mejor dicho? Pues ahí tiene usted España y pague la factura de su bolsillo. Esto vale también para alcaldes, presidentes de autonomías, diputados, etcétera. En las próximas elecciones habría listas y marcas blancas, como en los supermercados con la crisis, y no oberbookin.

De momento las listas de los partidos son cerradas, todo el mundo se pelea por el número uno y de lo único que se hacen cargo es del sueldo del antecesor. De los números rojos nadie. Es como el juego de la oca y tiro porque me toca. Pobre y cómo está, en fin, el tablero de España. Lo dijo el otro día y con recochineo andaluz Alfonso Guerra, al que han puesto el último de la lista en las candidaturas municipales del PSOE sevillano, no para que salga, lo que es imposible, sino para captar votos nostálgicos. «Me consta», dijo el cachondo, «que muchos electores van a meter la papeleta al revés».

En cuanto a aquí se sabe que el alcalde de León, Francisco Fernández, aspira a sucederse a sí mismo con lo que no habrá pleitos entre herederos, más o menos como en el resto de los municipios de la provincia, a cada cual más entrampado. Y no le tienen miedo al IBI, a las colocaciones a dedo -se habla de cuatrocientos este mandato en la capital con la bendición de los sindicatos, que también tienen su cuota de enchufados- ni a Dios que lo fundó.

Menos mal que el otro martes a la manifestación de los hosteleros contra la ley antitabaco se sumó el candidato del PP a la alcaldía, Emilio Gutiérrez. No es por nada, porque algunos lo conocemos de antiguo, pero para los votantes capitalinos era un desconocido. Ahora saben que, por lo menos, fuma.

Algo es algo.

Apúntate una, macho.

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