A LA ÚLTIMA
Penélope
L a aparición de Penélope Cruz en la gala de los Oscar ha puesto en solfa a quiénes juraban y perjuraban que se había sometido a una dieta extrema para aparecer como una sílfide, semanas después de tener a su primer hijo. Rumores que no se han cumplido, ya que eran evidentes las redondeces de sus caderas, o sus pechos -cómo cántaros en palabras de un admirador de la actriz-, que en ningún momento intentó disimular con gasas vaporosas, y que eran, creo yo, la mejor imagen que puede dar una actriz que acaba de dar a luz. Tener un hijo tan deseado como el que han tenido Javier y Pe, nunca puede ser motivo de preocupación, sólo porque así lo exijan unos cánones de belleza, que empiezan a ser preocupantes por los estragos que están causando entre algunas celebritys como Gisele Bundchen, Scarlett Johansson o la bellísima Sharon Stone, que han optado por una delgadez extrema, que si bien en pantalla puede resultar atractiva -pues ya se sabe que la tele engorda 5 kilos-, a plena luz del día, produce preocupación y rechazo.
No dudo lo difícil que debe resultar sobrevivir como actriz protagonista en lugar es como Los Angeles, París, Roma o Madrid, donde la presión mediática y la competencia profesional es salvaje, una vez que se han sobrepasado los 40 y no digamos los 60, pero peor que lucir unas arrugas en el entrecejo, es dar la imagen que están dando algunas de estas famosas: cuerpos de talla 0, sin vida, que ni la cosmética ni la cirugía han logrado mantener eternamente jóvenes y bellas.
Recuerdo la mala impresión que me causó la primera vez que vi a Angelina Jolie, a su paso por Madrid. La famosa actriz iba enfundada en un traje tan estrecho que parecía una segunda piel, sin ropa interior, me llamó la atención su extrema delgadez, su ajada piel, su huesuda figura, siendo como es una de las mujeres más atractivas del universo cinematográfico. Es verdad que todavía no había conocido a su guapo marido, que parece tener la cabeza mejor amueblada que ella, y que tampoco había tenido hijos, que le han dado estabilidad y una belleza más serena de la que entonces lucía, y que es la envidia de millones de mujeres de to do el mundo.