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Cosas de aquí | Arranca el ciclo de grandes ferias

Las señas del nuevo curso

La temporada taurina que hoy se abre en Valencia sufre una reducción de festejos, un estancamiento del escalafón y la uniformidad de las ganaderías

La reaparición de José Tomás es una incógnita.

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barquerito | madrid
León

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El ciclo de las grandes ferias se abre este año en Valencia con un abono de ocho corridas de toros, un festejo de rejones y tres novilladas. Sólo el año pasado, y en Fallas también, se celebraron en Valencia diez corridas. La reducción de dos festejos pretende en rigor ajustar oferta y demanda. Simón Casas, empresario de Valencia, calcula que en al menos cuatro y hasta cinco de las ocho corridas de este año se registrarán llenos de no hay billetes. El primero de ellos, hoy sábado, en la apertura de abono, que coincide con la inauguración de una reforma de la plaza. Todas las localidades de tendido y de parte de las gradas cubiertas han sido reacondicionadas. La anchura de asientos y espacios entre filas se ha ampliado sensiblemente en aras de una mayor comodidad. Se han sacrificado 2.500 localidades, casi una sexta parte del aforo. De los siete grandes circos taurinos españoles -que son, por orden de antigüedad, los de Sevilla, Zaragoza, Valencia, Barcelona, Pamplona, Madrid y Bilbao-, el de Valencia es el único construido en el siglo XIX: data de 1859. La plaza, de preciosa traza neoclasicista, ejemplo de construcción precisa, obra maestra de Sebastián Monleón, ha resistido sin daño toda clase de reformas menores sucesivas. Pero nunca había perdido aforo.

Sólo la reforma de la plaza de Zaragoza supuso hace casi una década un recorte semejante. La reciente remodelación de gradas de la Maestranza de Sevilla ha supuesto un sacrificio mucho menor. De modo que podrían detectarse en el arranque de temporada signos bien claros. De un lado, una crisis de la «monumentalidad»: la plaza de Madrid, bastante incómoda, está abocada a una reforma inminente y el ejemplo de Valencia cundirá entre los recintos taurinos de propiedad pública.

De otro, la seguridad de que el número de festejos sufrirá en el 2011 una nueva caída que puede superar el 5% como mínimo. En ferias como las de Castellón, Córdoba o Santander ya se ha anunciado una reducción de una corrida de abono. En el 2010 ya redujeron Salamanca, Valladolid, Jerez de la Frontera, Jaén y San Sebastián. La economía del sector taurino se ha encogido por muchas razones, pero las señales son, como en cualquier otro sector del espectáculo, de tiempo de crisis: las licitaciones de plazas como Tudela (Navarra) o Guadalajara han quedado desiertas por falta de concursantes.

A la vista de los carteles de las primeras grandes ferias se deja sentir otro dato sensible: la escasa renovación del elenco de grandes toreros de las ferias. Los tres del reestreno de Valencia -Ponce, Vicente Barrera y El Juli- suman 40 años de alternativa. Y la del día mayor de Fallas, el 19 de marzo, casi sesenta: Juan Mora, Ponce, que repite, y Sebastián Castella.

La longevidad y la permanencia están seguramente en función de dos factores decisivos: la primacía en el toreo de la técnica sobre el riesgo y la unificación de encastes que ha reducido a casi mínimos el abanico de sangres de bravo. Con el toro de procedencia Domecq -"cinco de las ocho corridas de Fallas, tres de las cinco de Castellón, ocho de las catorce de Sevilla-" esa técnica torera ha acabado generando una estética propia y, de paso, un gusto y un canon dominantes. Todo eso se ha traducido en una rivalidad de menor rango.

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