Diario de León
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Liturgia dominical

JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio». Esta frase, tomada de la segunda lectura de este domingo, es reflejo de lo que pide el Señor a Abrahám y a todo creyente, da el tono a la esperanza cristiana, nos invita a mirar siempre más allá de lo puramente cotidiano y refleja con hondura el Evangelio, recordando que siempre Dios es más grande que lo que el hombre piensa y admite. A Jesús no se le capta de buenas a primeras, y menos al Dios que él nos presenta. Con frecuencia descubrimos que Dios no actúa como nosotros suponíamos que debía hacerlo; no es impulsivo; no manda un fuego abrasador que elimine de una vez por todas a todos los sinvergüenzas que andan sueltos por ahí; consiente que el malvado prospere y que el honesto sufra, se vea perseguido, padezca injusticias e incluso muera; no se manifiesta donde lo buscamos y nos muestra su rostro en los sitios más inesperados; no tomó la carne de un príncipe o de un poderoso, sino la de un niño pobre; en fin, ¡tantas y tantas sorpresas! Y para ser capaz de encajar estas sorpresas hay que tener mucha humildad; muy pocas suposiciones de lo que Dios es o no es, hace o no hace; mucha reflexión para saber interpretar los acontecimientos -”que, con frecuencia, son engañosos-”; y, sobre todo, tener mucha confianza en él, no exigirle que nos muestre sus triunfos, sino confiar en que los tiene. Él nos ha prometido que todo terminará bien.

En definitiva, el Señor nos invita a creer. Creer es siempre hacer camino, es siempre lanzarse a la aventura, apoyándose en la Palabra y la Fuerza de Dios. Tener fe no es como tener un objeto, una cosa más (como cuando decimos que tenemos un piso o un coche). La fe no santifica nuestro conformismo y pasividad. La fe nos mueve a buscar y a construir un mundo más justo, más fraterno, dejando atrás el mundo viejo que entre todos hemos llenado de injusticia, de sufrimientos, de desigualdades y de mentira. La fe nos lanza a buscar a Dios -”el único Absoluto-” sin pararnos a adorar a todos los ídolos que en el camino pretenden ser nuestros verdaderos salvadores: el bienestar y el confort del consumo, la tranquilidad de conciencia obtenidas al precio de cerrar los ojos y de hacer callar las exigencias evangélicas, el cumplimiento rutinario de unas prácticas religiosas que tranquilizan nuestro espíritu sin transformar nuestra vida... Abrahán se puso en camino. ¿Estamos dispuestos nosotros a emprender, como él, esta aventura de la fe? ¿A tomar parte en la exigente tarea del Evangelio? ¿Queremos, de verdad, ser creyentes? Esta es la llamada que Dios nos hace hoy a todos nosotros.

Cuanto llevamos dicho nos puede ayudar a entender mejor el evangelio de hoy. Pedro, Santiago y Juan captaron la profundidad de la persona de Jesús. Vieron el misterio de su vida. Que debemos escucharlo. Y escucharlo significa seguirlo. San José, cuya fiesta celebramos precisamente en este sábado, nos ayude en el camino e interceda por las vocaciones al sacerdocio, en este Día del Seminario.

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