EL PAISANAJE
No-do
E sto de las inauguraciones aburre y viene de antiguo, así que ha hecho bien la Junta Electoral en prohibirlas antes de las municipales. Ya en tiempos de Franco, cuando estaba prohibido votar, la gente se aburría igual al abrir el periódico y encontrarse siempre el mismo titular: «Queda inaugurado este pantano». Cierta vez que llegó a mi pueblo un viajante medio rojillo, tras leer la noticia, le dijo al camarero que «oiga, acabo de pasar por allí y no hay ningún pantano». Inmediatamente fue detenido por la Guardia Civil y después de los tres avisos de rigor -”léase hostias-” le dio un ultimatum el cabo para la próxima. «Viaje menos y lea más el Diario de León», y luego añadió «se lo digo por si las moscas». El comercial quedó libre luego por falta de pruebas.
Era un inconsciente. En cambio, los que siempre fuimos apolíticos procurábamos llevar a la novia al cine con media hora de retraso para no chupar el NO-DO (Noticiarios y Documentales) y que te encendieran la luz en la fila de los mancos justo cuando lo mejor de la película. Cada cual se las arreglaba como podía. Tal vez por eso mi quinta se apuntó en masa a la transición democrática.
A lo que íbamos, ahora que no vamos al cine de casados porque tenemos treinta canales de televisión y se está más caliente en casa, aunque en otro sentido, Almodóvar es el colmo, le das al mando del aparato y cuando no te sale Pepiño, el de Fomento, inaugurando la supresión del paso a nivel del Crucero -”será la desauguración, oiga, digo yo-” lo hace el delegado del Gobierno, Miguel Alejo, en un palacín de congresos dentro de la viejina azucarera Santa Elvira y anunciando que será un revulsivo para el progreso de la ciudad, patatín y patatán. O me hago viejo o me meto viajante.
Ni que decir tiene que, en tocante a lo de Pepiño, la solución la puso su predecesor en el ministerio, el asturiano Cascos, a medias con un exconcejal del PP, Cecilio Vallejo, para aliviar las barreras del Crucero y desviar los mercancías de Madrid hacia Galicia y Covadonga por los andurriales de Villacedré, que es justo donde yo vivo. Ya es mala suerte, machos. En cuanto a Alejo, que en vida civil ejercía de inspector de Educación y Ciencia, servidor lamenta que le tome por tonto y crea que no va a pasar la reválida política después de quemarme cinco años los morros en la Complutense. A estas alturas de la vida a lo mejor soy yo el que le da un repaso a él.
Pero no son los únicos. ¿Se acuerdan ustedes, hará no tanto, de cuando el también exalcalde Morano puso solemnemente la primera piedra de Biomédica en la pedanía de Armunia y embarcó hasta al señor obispo en la bendición, hisopo en mano? No quepa duda de que ese pedrusco -”enterrado con un ejemplar de este periódico, por cierto-” es una reliquia, si bien no a beatificar.
Lo de la Junta electoral es muy juicioso, tanto por ética como por estética. De lo primero muchos pasamos ya, salud y anarquía, compañero, pero lo segundo no tiene perdón, le digo a usted, señor obispo. Sólo hay que ver las fotos o las caras de circunstancias que Pepiño, Alejo o el alcalde de ahora, Paco Fernández, ponen en la foto de una inauguración. «Coño, yo no nací para esto», me dijo ayer un amigo fotógrafo de prensa que se resiste a no garantizar el parecido. Efectivamente, cuando salen con casco en las obras las fotos no son verosímiles. Nunca aparece, por ejemplo, el albañil que es el único que trabaja y corre riesgos en el andamio. Le he dicho a mi amigo que cuando se corte una cinta inaugural le hagan al alcalde una foto de las manos, a ver si tiene callos. Aun sin ellos más derecho tendría la tuna de Derecho, que también está en paro.
Pero la cuestión es con qué se van a llenar los periódicos ahora que no hay inauguraciones. Alguna cosa se les ocurrirá a los políticos mientras sigan pagando y poniendo anuncios. Sin el casco no son nada, aunque tienen dos alternativas en El Corte Inglés: una, ir de corbata (PP) y, dos, de pana (PSOE). Eso sí, no hay rebajas y todo de marca.
La Junta Electoral ha metido, no obstante, la pata en lo de minutar el tiempo a los candidatos en las televisiones privadas de acuerdo con los últimos resultados electorales. Hasta los jueces pueden perder el sano juicio. Se me ocurre que la cosa podría ser mejorada. Por ejemplo, adecuándoles proporcionalmente en los periódicos el tamaño de las columnas y de las fotos, pongamos que como la UPL.
Salvo que fuera un montaje en coalición con el PSOE o el PP algunos no la tendrían mayor que la del DNI.