CORNADA DE LOBO
Veinte Biblias
M e censuró una cordial y letrada paisana de San Claudio el andar haciendo broma en esta columna de ciertos episodios bíblicos. Alegué que no eran bromas, sino preguntas de obligada ironía ante tanta incongruencia y cosa tremenda como late en la historia religiosa de Israel. Lo admitió en parte, pero me rogó delicadeza y respeto, pues la Biblia es sagrada para mucha gente... pues claro, pero ¿qué Biblia? Le dije preguntar no es ofender , y abrir los ojos tampoco... y que la fe, para ser cierta, debería depurar lo accesorio, lo mágico y los mitos.
Pensando en este encuentro de breve charla llegué a casa y eché mano de mi Quijote falso, ese que nadie ha escrito, pero que anda por ahí tan campante el tío (por eso es falso). Busqué en la página 128 y allí cabía respuesta:
«Con la Biblia hemos topado, amigo Sancho. No intentes luchar contra ese molino. Apéate del pollino y arrodíllate... Pero mire mi señor que no sabré ante cual arrodillarme, pues asoman en la mesa no menos de veinte Biblias, todas venerables y respetables, pero todas distintas en algo o en mucho... una es hebrea, la original; de ella beben las demás... otra ortodoxa, aquella católica, esta protestante evangelista, esa armenia, aquella copta, esta de Jerusalén, esa la Vulgata, otra de los mormones de Utah y esas cinco de ahí son de cinco ramas distintas del judaísmo... y aunque en todas ellas anda y manda Yahvé, cada cual asegura hasta con insultos y anatemas que la suya es la auténtica revelada por Dios y que el resto es cismática, expurgada o de falso profeta... ¿comprende mi señor que no sepa ante cual hincar la rodilla y jurar como lo exige la Ley de Caballerías?... Quita allá, lerdo escudero, que Biblia sólo hay una, tal y como aquí la entendemos, un librote cerrado sobre el que se jura con gran solemnidad, pero que después nadie necesita abrir ni leer, así que cualquiera de esas biblias, mientras esté cerrada, nos servirá al efecto de jurar, que es a lo que tú y yo hemos venido aquí, a jurar en arameo.»
En este Quijote falso, el lerdo Sancho es el cagasentencias, Alonso Quijano se hizo funcionario manchego gracias a Bono y de Dulcinea sólo te diré que puso con colorines de neón Club en lo alto de su bar de carretera.