Juan Pablo II y la tolerancia
Cada día su afán José-Román Flecha Andrés
Se podría concretar el pensamiento de Juan Pablo II sobre la tolerancia en tres puntos que evocan el diálogo entre la fe y la razón sobre los valores éticos, la necesidad y los frutos del encuentro interreligioso, y los méritos y riesgos de una aplicación de la tolerancia al ámbito de la defensa de la vida humana.
1. Al Papa le preocupaba la relación entre la tolerancia y la posibilidad de afirmar una verdad objetiva. En su encíclica «Fe y razón» escribe que «creer en la posibilidad de conocer una verdad universalmente válida no es en modo alguno fuente de intolerancia; al contrario, es una condición necesaria para un diálogo sincero y auténtico entre las personas».
Vivir en la verdad es el remedio al relativismo moral de nuestro tiempo. En su encíclica «El esplendor de la verdad» , afirma Juan Pablo II que «si no existe una verdad última -”que guíe y oriente la acción política-”, las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia».
2. El pontificado de Juan Pablo II se caracterizó por el diálogo entre las grandes religiones. El diálogo no es una abdicación de la verdad sino el testimonio recíproco en el camino de búsqueda y experiencia religiosa para superar prejuicios, intolerancias y malentendidos.
El diálogo ha de informar todos los campos de la vida como «la colaboración para el desarrollo integral y la salvaguardia de los valores religiosos, la comunicación de las respectivas experiencias espirituales y el llamado «diálogo de vida», por el cual los creyentes de las diversas religiones atestiguan en la existencia cotidiana los propios valores humanos y espirituales, y se ayudan a vivirlos para edificar una sociedad más justa y fraterna».
3. El espíritu de la tolerancia se manifiesta o se elude también en la defensa o el olvido del valor de la vida humana. En la encíclica «El Evangelio de la vida» recuerda el Papa que el relativismo ético afecta al derecho inviolable de cada ser humano inocente a la vida: «La tolerancia legal del aborto o de la eutanasia no puede de ningún modo invocar el respeto de la conciencia de los demás, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los abusos que se pueden dar en nombre de la conciencia y bajo el pretexto de la libertad».
La Comisión para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) subrayó en su día que «el Papa Juan Pablo II ha condenado abiertamente todas las formas de racismo, discriminación racial y xenofobia manifestadas por medio de tensión y conflictos raciales en todo el mundo». Queden aquí estas palabras como un sencillo homenaje al pensamiento y a la acción de Juan Pablo II a favor de la comprensión entre los pueblos, el diálogo entre las religiones y el respeto a la vida humana.