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La novia no defraudó

El estilismo femenino -˜obligaba-™ a trajes por la rodilla con pamelas y tocados; abundaron los colores apagados

La reina Isabel y su esposo, el duque de Edimburgo.

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ester requena | madrid
León

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La pasarela de modelitos enfilando la abadía de Westminster no dejó a casi nadie indiferente. Diseñadores incluidos, entre los que casi ni pestañeó Ion Fiz analizando para Diario de León el estilismo femenino, que en esta ocasión obligaba a trajes por la rodilla y pamelas o tocados para ellas. Abundaron los colores apagados, con especial predilección por los tonos nude, celestes y grises para los abrigos y vestidos que precedieron al broche de oro de toda boda: la blanca y radiante novia, que se encomendó al lápiz de Sarah Burton para Alexander McQueen. Zapatos incluidos.

«Un diseño clásico, pero perfecto que pasará a la historia. Está muy bien realizado y el escote le sienta realmente bien. Además, el estudio de volumen en la parte trasera de la falda rompe un poco con la sobriedad de la parte frontal», se moja Fiz.

Completaba el conjunto, sobre el pelo suelto, la tiara de Cartier que Jorge VI regaló a la Reina Madre y unos pendientes de diamantes, obsequio de los Middelton, inspirados en el nuevo escudo de armas de la familia.

Tampoco faltó un guiño a su ya marido: en el ramo, además de lirios del valle, jacintos y el tradicional mirto real, incluyó unas flores llamadas Sweet William (Dulce Guillermo). Todo un detalle real.

La reina, feliz: «Ha sido increíble». La reina Isabel II de Inglaterra, poco dada a expresiones espontáneas, manifestó ayer su felicidad por la boda de su nieto cuando ambos se reunieron en el palacio de Buckingham minutos después de la ceremonia.

«Ha sido increíble», se pudo escuchar a la reina en unas imágenes de televisión, recogidas por la agencia de noticias PA.

La monarca acababa de bajarse de la carroza real que la llevó desde Westminster hasta Buckingham junto a su esposo, el duque de Edimburgo, tras recorrer las calles más emblemáticas de Londres y saludar a las decenas de miles de personas que vieron el cortejo. En las imágenes se pudo ver también a Guillermo saludando a su abuela, con la que habló brevemente y a la que besó en una mejilla.