Diario de León

boda real británicaDía festivo en Londres

Las carrozas son para la vuelta

La Policía abre The Mall al público tras la llegada del príncipe Guillermo y su esposa Catalina.

La Policía abre The Mall al público tras la llegada del príncipe Guillermo y su esposa Catalina.

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rosa belmonte | londres
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En Estados Unidos, esta parafernalia entre grandeur y alegría habría sido imposible; en Francia o Italia, histérica; en Alemania, demasiado severa, y en Rusia, inquietante. Pero en la querida Londres ha sido lozana, encantadora, romántica, espléndida y dirigida sin una mala nota. Estas palabras sirven para la boda de Guillermo y Catalina pero fueron pronunciadas por Noël Coward comentando el enlace de la princesa Margarita y Anthony Armstrong-Jones. Y no se puede decir que Coward no fuera un hombre de gusto. Pero tampoco es que hayamos perdido la cabeza. Martin Amis ya avisó de que la atmósfera que rodeaba a la boda era «irracional, muy británica».

Y Tanya Gold sostiene que las bodas reales todavía tienen la capacidad de hacer a los británicos idiotas, aunque las carrozas ya solo sean para la vuelta.

Claro, que el desfile de furgonetas de los secundarios de la familia real inglesa fue muy grande. Tanto como la pamela de la princesa Michael de Kent, que no habría cabido en otro sitio. Porque Ascot tomó Westminster -”y la Abadía era como el Rainforest Café con todos esos árboles-”. Lo de Ascot es por las mujeres que se pusieron una linterna de minero por sombrero. O un barco, como Tara Palmer-Tomkinson -”sería para que no le miráramos la nariz recién restaurada-”.

Mucho más atrevida, Miriam Clegg con su turbante más floripondio, tocado que llamaba más la atención porque la mujer de Cameron no llevaba ninguno. Chelsy Davy se plantó un panqueque en la cabeza. La novia del príncipe Harry iba tan despeinada como él, tanto como si se hubieran pasado antes por el pajar. El príncipe Harry, cuando entró al templo, se paró a hablar con el tito Charles. El conde Spencer empieza a ser clavadito a su progenitor. La misma anchura. Todo el mundo recordando a Diana y resulta que quien ha revivido es su padre.

Si el noveno conde Spencer se parecía al octavo, el repeinado caballero David Beckham se parecía a Ricky Gervais. Y el rey de Tonga, toma ya, a Mohamed Al Fayed, según muchos comentaristas, que dieron por normal la presencia del padre de Dodi Al Fayed en la ceremonia.

La que no se parece a su madre es la princesa Eugenia, la hija menor del príncipe Andrés y Sarah Ferguson. Cielos, es un real calco de Monica Lewinski. Cuando la ya princesa Catalina dejó ver su vestido, la referencia más obvia fue Grace Kelly de novia -”no, Belén Esteban, no-” pero mezclada con Koo Stark también de novia -”pero del príncipe Andrés-”.

Y esa magnífica reina de amarillo, como los trompeteros, como Bob Esponja...

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