Diario de León

LEONESES POR EL MUNDO. ALEMANIA | manuel delgado. empleado de basf europe

«Aquí todavía se puede trabajar»

Su vida ha cambiado mucho desde que se fue a Berlín. Allí disfruta, junto a su mujer Nadine, de una vida tranquila en un país con otras costumbres y en el que aún es posi

Manuel posa en el muro de Berlín, ahora convertido en una exposición de grafitis.

Manuel posa en el muro de Berlín, ahora convertido en una exposición de grafitis.

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ana gil | león
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Han pasado casi seis años desde que decidiese hacer las maletas y dar un giro a su vida. Fue en noviembre del 2005 cuando Manuel Delgado Cuervo puso rumbo a Berlín para empezar una nueva etapa. ¿El motivo? Aprender alemán, pero el haberse enamorado de una alemana también tuvo mucho que ver. «Cuando llevaba aquí unos meses tuve la suerte, a través de la Universidad de Cottbus, de acceder a una beca Leonardo para hacer prácticas durante nueve meses en un concesionario de coches antes de empezar en mi trabajo actual», explica.

Pero su necesidad de cambio de aires tuvo su origen unos años antes en Irlanda, donde Manuel Delgado, de 31 años, pasó un año de Erasmus -a través de la Universidad de León, donde estudiaba Empresariales- que le descubrió distintas culturas y le animó a seguir conociendo mundo, al menos unos años más. «No quería regresar a León, empezar a buscar trabajo y comenzar allí mi vida laboral hasta la jubilación», sentencia. De Irlanda, puso rumbo al país de la canciller Merkel.

Ahora, Manuel trabaja para Basf Services Europe GmbH, una empresa que pertenece al grupo Basf y que, desde Berlín, da servicio a todas las empresas del grupo en Europa. Trabaja en el departamento de contabilidad general y se ocupa de la filial Constrution Chemical España, con sede en Barcelona.

Asegura sentirse a gusto en Alemania, pero confiesa que necesita dos semanas al año en Quintanilla de Sollamas, el pueblo de León en el que nació y donde vive su familia y buena parte de sus amigos. Precisamente eso es lo que más echa de menos de España, además de la comida y de las tardes de tapas con los amigos. A la ribera del Órbigo vuelve siempre que puede para disfrutar de las fiestas de su pueblo, donde se caso hace algo más de un año con Nadine, con la que comparte su vida y sus proyectos en la capital alemana.

Cuando se le pregunta por lo peor de vivir en Berlín, lo tiene claro: el frío. «Este invierno ha sido duro, pero el anterior estuvimos con nieve por las calles desde noviembre hasta marzo. Llegué a pensar que León era una región caribeña», ironiza.

El tema del paro entre los alemanes no tiene nada que ver con la tasa de desempleo que sufre España. «Las oportunidades laborales aquí son muy grandes, incluso en Berlín, pese a que tiene una tasa de paro superior al resto de Alemania, y hay muchas posibilidades de encontrar trabajo».

Pero la capital alemana ofrece otras cosas buenas, al menos para Manuel. «Berlín es una ciudad diferente al resto de las alemanas. Es muy abierta, con gente de diversas partes del mundo, lo que hace que los que venimos de fuera nos adaptemos fácilmente a la vida de aquí». Asegura que Berlín es más barata que otras ciudades alemanas, «incluso más que Madrid o Barcelona» -afirma-. Entre las cosas que más le gustan de la ciudad en la que vive, «los muchos espacios verdes en los que se puede tomar el sol y la red de metro, tranvía y autobuses, la mejor de toda Europa».

Manuel Delgado encuentra muy diferente el estilo de vida de los alemanes y los españoles. «Yo siempre digo que los alemanes viven para trabajar y los españoles trabajamos para vivir. Ellos de lunes a viernes sólo trabajan y el fin de semana se dedican a cuidar su jardín, salir a pasear, limpiar su coche...». Ese es el punto de vista de Manuel sobre los alemanes, pero los germanos también tiene su peculiar visión del modo de vida de los españoles: «Nos ven un poco vagos y creen que todo lo dejamos para mañana», explica.

Ahora, ya está contando los días para que llegue el verano y aprovechar las vacaciones para volver a su casa de Quintanilla de Sollamas y disfrutar de la compañía de los suyos, tomarse el café en el bar de Zalo, volver a probar la comida de casa y deleitarse con los embutidos de León. Pero también tiene ganas de volver a honrar a San Lorenzo, el patrón de su pueblo.

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