Cerrar
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

Creado:

Actualizado:

Toda comarca leonesa ha tenido, más o menos, su escritor propio o quien le escriba. La montaña, muchos; el Bierzo, un pilón; lo maragato, un cesto; la tierra de Campos Góticos, los suyos; la Cabrera, a don Ramón; la Cepeda, dos escuelas; Astorga, cinco... y así las demás tierras con nombre... ¡menos al Páramo!... es como si los horizontes planos de este impenitente secano no tuvieran sustrato literario o emoción de paisaje humano. Lo hablábamos con Afrodisio Ferrero cuando presentábamos hace poco en Santa María del Páramo su último libro, «El milagro del Páramo leonés», casi cuatrocientas páginas en las que describe el drástico cambio que en los últimos cincuenta años experimentó esta comarca leonesa donde él nació cuando aún era un imperio de arada centenal y de sólo norias que redimían la sed de los pocos huertos familiares que enfajaban unos pueblos dibujados con adobe, gorra de teja y algunas bodegas en sus afueras... aunque también con alguna vallina verde intercalando un breve praderío de sebe, paleronas o junqueras en los pliegues de ese altiplano mesetario zurrado de vientos y soles que queman las piedras en verano y las vuelven negras.

Tampoco la pintura leonesa se plantó con sus caballetes en estas profundidades del horizonte y del olvido, perdiéndose la pura abstracción naturalista que encierra o el gran teatro de nubes que traen a esta tierra de sed las tormentas y la maldición secular del granizo que intentaba el paramés conjurar con campanazos de «tente nube».

Hoy, cuando los satélites retratan la provincia leonesa en verano, canta la paradoja al verse una gigante mancha verde en el centro, justo donde siempre se alojaba en este tiempo el color del rastrojo, del barro y la polvareda; ese corazón verde es el insólito Páramo de hoy.

Total, que sigue la comarca sin guiños de escritor y tampoco los parameses se ven identificados en el Páramo de ficción que imagina Luis Mateo Díez en su trilogía de Celama. Ese Páramo no es esto, dicen. Pero Luis Carnicero, que animó aquella presentación de Afrodisio, me remitió un texto de primor donde demuestra el alma honda y poética que encierra y evoca el Páramo.

Cargando contenidos...