CORNADA DE LOBO
Gemelas
Sócrates se adelanta: León será la única ciudad del mundo que tenga dos catedrales iguales, la original y otra réplica exacta; insólito; León será la capital europea del arte gótico en vivo y en directo, su sede de estudios, artes y restauración; aquí se instalarán arquitectos y artistas de todo el mundo; vendrán gentes de todos los países (los lectores de Ken Follet, en tropel) a gozar de la inédita maravilla de ver edificarse entre aparatosos andamiajes una catedral gótica con todo su aparejo original y todos los artesanos y talleres en su entorno necesarios para el levantamiento de uno de estos colosos monumentales. El grandioso espectáculo se prolongará los veinte o treinta años que durará su construcción. León, entonces, estará en el foco de atención internacional como uno de los más exóticos destinos turísticos y culturales. Nadie querrá perderse algo irrepetible.
Su emplazamiento en el ángulo de confluencia de los ríos Torío y Bernesga permitirá que crezca al lado una pequeña ciudad medieval con obradores, talleres, residencias y centros de formación que titularán a maestros canteros, vidrieros, forjadores, escultores, tallistas, pintores, entalladores... que pasarán a su vez a instruir los procesos de restauración de todo el gótico europeo. La construcción de la nueva catedral convertirá a León en cátedra internacional del arte ojival.
En cuanto al destino final del nuevo templo, y al margen de esta cátedra ya permanente, Sócrates lo da por seguro: centro internacional de ecumenismo y de encuentro de confesiones religiosas, junto a un ámbito simultáneo de pensadores, artistas, músicos, escritores... tributo a la pluralidad y a la confluencia, a la concordia y a la superación de la religión o el arte como trincheras.
En cuanto al coste de obra, Sócrates no se inquieta: pagarán todos, desde la aportación popular al canon de empresas beneficiadas por contratos públicos, desde los presupuestos generales a las donaciones privadas. Con limosnas y bulas peregrinas se levantó la primera catedral. Ahora sólo resta imitar a los catalanes en su empeño de concluir la Sagrada Familia de Gaudí. ¿Y quién no querrá venir a verlo?...