Zúrich rechaza prohibir el suicidio asistido o limitarlo a los zuriqueses
Al cantón llegan cada año unos cien extranjeros que desean ser ayudados a morir
Los electores del cantón suizo de Zúrich rechazaron ayer en referéndum dos iniciativas para prohibir el suicidio asistido o para limitar el beneficio de esa práctica a los ciudadanos locales, impidiendo así el llamado «turismo de la muerte». La primera de las consultas, que buscaba la prohibición total del suicidio asistido a nivel federal, sólo obtuvo un 15 por ciento de «síes» entre los algo más de 174.000 personas que votaron.
La segunda, que bajo el eslogan No al turismo de la muerte en el cantón de Zúrich pretendía evitar que ciudadanos suizos de otros cantones, o personas llegadas del extranjero recurrieran a los servicios de las asociaciones implantadas en esa ciudad, también fue rechazada, puesto que sólo un 22 por ciento de los más de 190.000 votantes la apoyó.
Ambas consultas han sido lanzadas por un partido cristiano, la Unión Democrática Federal (UDF), que combate la práctica del suicidio asistido desde su creación en 1975. «El Estado no debe autorizar que se cobren vidas. Eso no está escrito en la Biblia», señalaba el diputado cantonal de Zúrich por ese partido Hans Peter Haring. Ninguna de las dos consultas gozaba de gran apoyo entre el resto de los partidos políticos suizos, y los sondeos realizados en los últimos tiempos daban cuenta de un apoyo mayoritario de los suizos al suicidio asistido. A pesar de que la consulta sólo se celebraba en el cantón de Zúrich, su resultado tendrá impacto a nivel federal.
Desde hace unos diez años, el Consejo Federal (Gobierno suizo), el Parlamento y numerosos expertos tratan de reglamentar más estrictamente la ayuda a morir, sin que hasta el momento se haya podido llegar a ninguna solución por falta de acuerdo.
A tener en cuenta. El Consejo Federal tiene previsto presentar un proyecto de ley al Parlamento el próximo verano, por lo que la negativa de Zúrich a limitar la ayuda a morir deberá ser tenida en cuenta. En realidad, el objetivo que busca desde hace tiempo el Gobierno es reglamentar más las actividades de las dos asociaciones que se dedican a ayudar a morir: Dignitas y Exit, que, sobre todo la primera, se han visto envueltas en ocasiones en polémica. Como el partido UDF sabía que la prohibición total era altamente improbable que triunfara, sus responsables centraron la campaña en tratar de prohibir el «turismo de la muerte»; proponían que se pusiera como condición para poder recurrir a los servicios de estas asociaciones el que el enfermo residiera al menos un año en Zúrich. Con ello, se trataba de poner freno a las actividades de Dignitas, la única de las dos asociaciones que ayuda a morir a extranjeros. Dignitas asiste cada año a unos 100 extranjeros que desean ser ayudados a morir, y sus prácticas han sido con frecuencia objeto de polémica, hasta el punto de que la asociación ha tenido que cambiar su sede varias veces por el rechazo de los vecinos a tener al lado de su casa un local donde llegan enfermos a morir.
La otra asociación, Exit, sólo ayuda a morir a los suizos. Cuenta con unos 70.000 miembros y el año pasado asistió al suicidio de 257 personas, con una media de edad de 74 años. La ley suiza autoriza actualmente el suicido asistido a condición de que no haya de por medio un móvil egoísta, como una suma de dinero, y de que el enfermo tenga capacidad de decisión.
Se trata de la eutanasia pasiva, como desconectar a una persona de medios que le ayuden artificialmente a vivir o proporcionar al enfermo los medios necesarios para poner fina su propia vida. Pero no se permite la eutanasia activa, es decir, que un médico administre directamente un preparado mortal.